Siento haber puesto el título a esta entrada. Porque pienso que en realidad no hay manuales de instrucción universales e igualmente válidos para tod@s, en la maternidad o paternidad. A riesgo de empezar cayendo en un tópico, estaremos de acuerdo en que no tenemos forma de conseguir averiguar cuáles son aquellos puntos clave, esas pautas determinadas que si ejecutamos con acierto, el niño o la niña se acabe comportando (o siendo) como nosotr@s deseemos. Y he de añadir que "afortunadamente" no es así.
Hemos de empezar a diferenciar entre "libros para crear niñ@s de diseño", que parecen ofrecer pautas para conseguir todo aquello que te propongas y los "libros de consulta", que te ayudan y apoyan a la hora de resolver ciertas dudas que puedan ir surgiendo en el proceso educativo de tus hij@s.
Cuando centramos el objetivo de la educación en "conseguir que coma", podemos encontrar toda una serie de ideas e instrucciones para lograr tal fin... y no es que esté de más tener varias ideas donde escoger. Pero ninguna ha de obviar la necesidad real de cada niñ@: los habrá que coman más y otros menos. Cada niñ@ de hecho, tendrá temporadas que coma más y otras menos: según me explicó un pediatra en una ocasión (el Dr. Pablo Mola, para mí el gran referente en lo que a la salud de mis hijos se refiere), suele coincidir con los periodos de crecimiento.
En las escuelas de padres y madres, suelo proponer un idea inicial: indagar acerca de qué es lo que nos ha movido a la hora de apuntarnos a este taller.
El objetivo fundamental y básico ha de ser no el de buscar técnicas, métodos que puedan servirnos para manejar ciertas situaciones con nuestr@s hij@s, sino el de hallar un sentido al significado real de la paternidad y la maternidad (y en esta ocasión lo pongo por separado no sólo por cuestiones de igualdad de género, sino porque aun compartiendo ciertos puntos comunes, maternidad y paternidad se viven de manera diferencial).
Me explico un poco más acerca de qué he querido decir con "hallar sentido al significado real" :-)
Estaremos de acuerdo en que haber tenido un@ hij@ te cambia la vida. ¿Por qué es así? No lo es tanto por todo aquello a lo que tienes que renunciar para hacerte cargo de una nueva personita que acaba de llegar con un grado de autonomía aún demasiado mínimo. No importa tanto si ya no puedo salir de cena cada sábado (en realidad ya no lo hacía :-)) o si la planificación de las vacaciones va más encaminada a buscar aquellos sitios que me ofrezcan tranquilidad y con una buena oferta lúdico-infantil, o si a tal o cual restaurante ya no puedo entrar porque no tienen ni siquiera tronas. Este tipo de aspectos, suponen un cambio de nuestra vida, sí, pero no es lo que más distorsiona nuestra hasta entonces "realidad".
Lo más chocante viene a ser la cantidad de sentimientos, emociones, sensaciones, miedos y temores, enfados, alegrías, tristezas, paciencia,.... y un largo etcétera, que empezamos a experimentar ante la llegada de un nuevo ser a nuestras vidas. Esa es la esencia real de la maternidad y la paternidad, el cambio radical, el motivo real por el que decimos que nuestr@ hij@, nada más nacer (e incluso a veces antes) ya nos está enseñando tantas cosas. Este es el objetivo, por tanto, el impulso, que nos ha de llevar a apuntarnos a un taller para padres y madres: seguir aprendiendo más cosas acerca de nosotr@s mism@s. Cosas que no sabíamos que seríamos capaces de llegar a sentir, aunque nos lo hubiésemos imaginado un millón de veces.
Por eso el objetivo de estas escuelas para intentar ser mejores como padres y madres ha de estar asentado sobre la base de cómo nos entendemos a nosotr@s mism@s en relación a nuestr@ hij@ por encima de qué hacer para conseguir que haga cosas o se comporte de tal o cual forma.... este en todo caso es un paso yo diría que terciario, que no tendrá éxito si la base se tambalea.
Y he dicho bien: "terciario". El secundario ha de ser trabajar la empatía hacia l@s niñ@s, intentar entender su manera de actuar y su actitud (que no justificar), o lo que es lo mismo, ejercer la labor de educador en un sentido pleno: conocer a cada niñ@ para aplicar a su lado (no sobre él o ella) el método educativo que más convenga.
Al respecto de este último punto, quisiera recalcar la importancia de la consideración de individualidad dentro del colectivo: la norma social es condición necesaria para una correcta convivencia, siempre y cuando ésta no pase por encima de las necesidad individuales de los individuos (valga la redundancia) que componen el colectivo.
Cuando observamos una gran nevada que en ese momento cae con fuerza, desde fuera tendemos a verlo todo homogéneo: un montón de copos de nieve que caen desde el cielo con un tamaño similar (probablemente por la temperatura y otras condiciones climatológicas), con la misma fuerza y en la misma dirección, dominados por el viento que domina su trayectoria.
Pero también es sabido que esta sensación de homogeneidad es tan sólo una ilusión: cada copo de nieve es diferente si nos acercamos a él y lo miramos detenidamente con una lupa. De hecho, tengo entendido que no hay dos copos iguales.
Mi planteamiento tan sólo va encaminado a que cada un@ de nosotr@s, por lo tanto, procuremos coger un poco más a menudo la lupa, observar a cada copo que tenemos en casa.... y actuemos en consecuencia. :-)
Hemos de empezar a diferenciar entre "libros para crear niñ@s de diseño", que parecen ofrecer pautas para conseguir todo aquello que te propongas y los "libros de consulta", que te ayudan y apoyan a la hora de resolver ciertas dudas que puedan ir surgiendo en el proceso educativo de tus hij@s.
Cuando centramos el objetivo de la educación en "conseguir que coma", podemos encontrar toda una serie de ideas e instrucciones para lograr tal fin... y no es que esté de más tener varias ideas donde escoger. Pero ninguna ha de obviar la necesidad real de cada niñ@: los habrá que coman más y otros menos. Cada niñ@ de hecho, tendrá temporadas que coma más y otras menos: según me explicó un pediatra en una ocasión (el Dr. Pablo Mola, para mí el gran referente en lo que a la salud de mis hijos se refiere), suele coincidir con los periodos de crecimiento.
En las escuelas de padres y madres, suelo proponer un idea inicial: indagar acerca de qué es lo que nos ha movido a la hora de apuntarnos a este taller.
El objetivo fundamental y básico ha de ser no el de buscar técnicas, métodos que puedan servirnos para manejar ciertas situaciones con nuestr@s hij@s, sino el de hallar un sentido al significado real de la paternidad y la maternidad (y en esta ocasión lo pongo por separado no sólo por cuestiones de igualdad de género, sino porque aun compartiendo ciertos puntos comunes, maternidad y paternidad se viven de manera diferencial).
Me explico un poco más acerca de qué he querido decir con "hallar sentido al significado real" :-)
Estaremos de acuerdo en que haber tenido un@ hij@ te cambia la vida. ¿Por qué es así? No lo es tanto por todo aquello a lo que tienes que renunciar para hacerte cargo de una nueva personita que acaba de llegar con un grado de autonomía aún demasiado mínimo. No importa tanto si ya no puedo salir de cena cada sábado (en realidad ya no lo hacía :-)) o si la planificación de las vacaciones va más encaminada a buscar aquellos sitios que me ofrezcan tranquilidad y con una buena oferta lúdico-infantil, o si a tal o cual restaurante ya no puedo entrar porque no tienen ni siquiera tronas. Este tipo de aspectos, suponen un cambio de nuestra vida, sí, pero no es lo que más distorsiona nuestra hasta entonces "realidad".
Lo más chocante viene a ser la cantidad de sentimientos, emociones, sensaciones, miedos y temores, enfados, alegrías, tristezas, paciencia,.... y un largo etcétera, que empezamos a experimentar ante la llegada de un nuevo ser a nuestras vidas. Esa es la esencia real de la maternidad y la paternidad, el cambio radical, el motivo real por el que decimos que nuestr@ hij@, nada más nacer (e incluso a veces antes) ya nos está enseñando tantas cosas. Este es el objetivo, por tanto, el impulso, que nos ha de llevar a apuntarnos a un taller para padres y madres: seguir aprendiendo más cosas acerca de nosotr@s mism@s. Cosas que no sabíamos que seríamos capaces de llegar a sentir, aunque nos lo hubiésemos imaginado un millón de veces.
Por eso el objetivo de estas escuelas para intentar ser mejores como padres y madres ha de estar asentado sobre la base de cómo nos entendemos a nosotr@s mism@s en relación a nuestr@ hij@ por encima de qué hacer para conseguir que haga cosas o se comporte de tal o cual forma.... este en todo caso es un paso yo diría que terciario, que no tendrá éxito si la base se tambalea.
Y he dicho bien: "terciario". El secundario ha de ser trabajar la empatía hacia l@s niñ@s, intentar entender su manera de actuar y su actitud (que no justificar), o lo que es lo mismo, ejercer la labor de educador en un sentido pleno: conocer a cada niñ@ para aplicar a su lado (no sobre él o ella) el método educativo que más convenga.
Si realizamos una especie de resumen en la estructuración de los objetivos, por lo tanto, sería así:
1º- Conocernos mejor, indagar acerca de nuestras propias creencias, sistemas de valores, sentimientos y expectativas acerca de la paternidad o maternidad.
2º - Trabajar la empatía hacia l@s niñ@s, observando sus necesidades reales (no las que queramos o creamos que tienen), escuchando activamente sus sentimientos: lo positivo y las quejas.
3º - Buscar la manera óptima de actuación con el niño o la niña, de manera individual, e incluyéndole progresivamente en el proceso, fomentando así la participación activa en la toma de decisiones de lo que realmente más le incumbe: su vida.
3º - Buscar la manera óptima de actuación con el niño o la niña, de manera individual, e incluyéndole progresivamente en el proceso, fomentando así la participación activa en la toma de decisiones de lo que realmente más le incumbe: su vida.
Al respecto de este último punto, quisiera recalcar la importancia de la consideración de individualidad dentro del colectivo: la norma social es condición necesaria para una correcta convivencia, siempre y cuando ésta no pase por encima de las necesidad individuales de los individuos (valga la redundancia) que componen el colectivo.
Cuando observamos una gran nevada que en ese momento cae con fuerza, desde fuera tendemos a verlo todo homogéneo: un montón de copos de nieve que caen desde el cielo con un tamaño similar (probablemente por la temperatura y otras condiciones climatológicas), con la misma fuerza y en la misma dirección, dominados por el viento que domina su trayectoria.
Pero también es sabido que esta sensación de homogeneidad es tan sólo una ilusión: cada copo de nieve es diferente si nos acercamos a él y lo miramos detenidamente con una lupa. De hecho, tengo entendido que no hay dos copos iguales.
Mi planteamiento tan sólo va encaminado a que cada un@ de nosotr@s, por lo tanto, procuremos coger un poco más a menudo la lupa, observar a cada copo que tenemos en casa.... y actuemos en consecuencia. :-)