**Gracias, Yoli, por publicarlo en tu blog ;)
AUTORA: Cristina García
(enlace original)
AUTORA: Cristina García
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Hay muchos prejuicios sobre las personas
de alta capacidad que resultan negativos, pero hay uno que destaca y es
la idea de que bastante suerte tienen ya como para, encima, necesitar
ayuda. Pero eso no es así. Y se puede refutar, por ejemplo, con la
existencia de investigaciones que informan de que los alumnos con alta
capacidad fracasan en la enseñanza obligatoria bastante más que el
alumno medio, llegando incluso a un porcentaje de fracaso escolar del
50%, es decir, uno de cada dos fracasa, no termina los estudios. Esto
significa, sin duda, que necesitan ayuda, y cualquier otra actitud al
respecto es negar la evidencia.
Entonces, para ayudarles debemos
centrarnos en las razones que llevan a este fracaso. En términos
generales, podemos identificar dos motivos básicos. Por un lado, hay una
cuestión de falta de concordancia entre las personas de alta capacidad y
el sistema educativo. Las personas que son muy brillantes y creativas
tienen una relación con el conocimiento más productiva que reproductiva,
en la que se genera conocimiento más que repetir o utilizar el que ya
existe. Además, son aprendices más rápidos, más inquietos, necesitan más
desafíos e indagar en las materias con más profundidad. Los alumnos así
no encuentran su sitio en nuestro sistema escolar o académico, no al
menos de forma natural, ni es un sistema que les ayude a expresar y a
desarrollar sus capacidades.
Por otro lado, y en parte vinculada a la
anterior, tenemos la cuestión del bienestar emocional. Cuando los niños
no se sienten bien emocionalmente, el aprendizaje y el rendimiento
escolar se resienten. Y en este aspecto los alumnos de alta capacidad no
tienen tampoco ventaja. Es difícil que una persona esté bien
emocionalmente cuando no siente sus capacidades apreciadas, percibe que
sus intereses no son compartidos por los demás, se plantea y se pregunta
cosas que los demás no cuestionan, necesita entenderlo todo, tiene
pensamientos que no puede compartir… una persona así, que no encaja
fácilmente, no rinde como podría o como le gustaría. Paralelamente,
sufren los mismos problemas que puede sufrir cualquier persona, como
problemas en casa, con la familia, los compañeros… pero vividos con
mayor sensibilidad e intensidad.
En conclusión, estos niños, como todos,
independientemente del nivel intelectual, necesitan estar motivados en y
para la escuela. Pero las evidencias indican que los que tienen
capacidades diferentes a las normales juegan con el agravante de que se
tienen que acoplar a una forma de hacer que no está pensada para ellos, y
el poco valor y consideración que se da a sus capacidades les
desorienta y desmotiva. Por tanto, nos encontramos con el dato innegable
de que a los niños con alta capacidad no les va en absoluto mejor que a
los demás, si acaso lo contrario, y para los adultos la situación no es
mejor.
La realidad es que estos alumnos
fracasan, y este hecho es lo suficientemente paradójico, además de
injusto para los niños que lo sufren, como para reclamar nuestra
atención y merecer nuestra ayuda. Por eso es importante detectarlos y
ayudarlos. Si no lo hacemos, ellos pierden; y nosotros, como sociedad
que pretende defender una infancia feliz, también.
Cristina García – Psicóloga – Especialista en AC
Delegada y psicóloga colaboradora de Asociación Inteligencia y Vida