Son numerosas las ocasiones en las que leo o escucho opiniones e hipótesis acerca de cómo ha de tratarse la educación: desde qué perspectiva o corriente, qué tipo de metodología puede resultar más adecuada, cómo hemos de enfocar la crianza y el estilo más idóneo de la misma,.... todo ello me acaba llevando al mismo punto, que no es otro que preguntarme una y otra vez
¿qué es para nosotr@s la infancia? ¿cómo hemos de entender la infancia?
Llego a esta pregunta cada vez que me encuentro con opiniones o hipótesis (a las que erróneamente se las dota de rango de teoría) que denotan una tendencia a hacernos entender que la infancia no es otra cosa que
potencialidad de vida adulta. No puedo estar más en desacuerdo y por ello quisiera exponer brevemente mis motivos, basados en una serie de criterios:
1) Criterio de CONTINUIDAD.- Cuando estamos en el colegio y estudiamos el ciclo de la vida, hay una premisa que se mantiene estable a lo largo de los años (aunque se irán añadiendo matices, lógicamente, conforme se incrementa la complejidad del concepto) y no es otra que
"los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren". Es decir, que nuestro ciclo vital ha de ser entendido como un continuo, en el cual existe un punto de partida o nacimiento y un punto final o muerte. Sin embargo, en numerosas ocasiones, cuando hablamos de desarrollo, parece tenderse a colocar en punto final en la edad adulta, como si todo aquello que aprendamos en la infancia es para ser "personas adultas de pro". Con ello podemos estar incurriendo en al menos tres errores fundamentales:
- Entender la educación en l@s niñ@s como potenciales de adult@, en lugar de entenderla desde una perspectiva situacional basada en el presente y en función de las necesidades propias del momento evolutivo en el que se encuentre una persona.
- Obviar el hecho de que el proceso de aprendizaje se extiende a lo largo de todo el ciclo vital (no sólo en la infancia)
- Extender la absurda idea de que la edad adulta es homogénea, con independencia de si tenemos 20, 30, 40 ó 70 años, y con independencia también de las experiencias que nos hayan ido acompañando a lo largo de todos estos años.
Pues bien: nuestro desarrollo implica un ciclo de aprendizaje continuo, en el cual y en función de nuestras propias circunstancias, aprovecharemos en mayor o menor medida las oportunidades que se nos vayan presentando para continuar evolucionando como personas.
2) Criterio de IDENTIDAD.- Si hay algo que nos hace personas únicas, es nuestra identidad, la cual posee ciertos aspectos innatos, pero obviamente es cambiante en función del momento del desarrollo que nos encontremos, así como de las experiencias vividas. Si partirmos de este supuesto, toda persona posee su propia identidad con independencia de su edad (5. 15, 25 ó 55 años), la cual irá modulando a lo largo de su vida.
Es por tanto erróneo pensar que la educación ha de ir destinada a que el/la niño/a consiga tener una identidad cuando llegue a la edad adulta: YA tiene identidad propia en el momento actual, con lo que en el caso de las altas capacidades intelectuales, lo importante sería intervenir en el aquí y ahora en función de sus necesidades actuales, y no estableciéndose como objetivo la "creación" de una identidad futura que le lleve a ser una persona adulta "útil" para la sociedad. Esta idea me enerva sobremanera.
Puede que posea a los 6 años un talento excepcional para las matemáticas, lo cual no implica necesariamente que sea un
matemático en potencia.... En el momento actual YA es un matemático, y quizá en el futuro, lo que él desee sea desarrollar otros aspectos potenciales, tengan o no que ver con este talento.
3) Criterio de CAMBIO/ESTABILIDAD.- Tendemos en ocasiones a pensar que todo lo que hagamos por el/la niño/a cuando "aún estamos a tiempo" será lo que condicione su desarrollo adulto. Tiene un aspecto de verdad, pero habría que eliminar de esta premisa la palabra "todo". La forma en la que entendamos la educación (en un sentido pleno, no solamente desde una perspectiva académica o escolar) posee un peso importantísimo, pero no ha de tomarse en un sentido absoluto. Desconocemos las circunstancias que rodearán a ese niño o a esa niña en un futuro, y por supuesto, no todo será susceptible de nuestro control (ni del suyo).
Y... sí.... la educación proporcionada será una base importante para la manera que tenga de afrontar dichas vicisitudes a lo largo de su vida, pero no será la única. Prefiero entender el desarrollo no como un "enfrentamiento" de lo estable de nuestra personalidad y lo cambiante, sino como una búsqueda de equilibrio entre ambas:
- Mantenemos parte de esa identidad más estable, la cual no
desaparece simplemente porque no la hayamos
encauzado en la infancia. Las altas capacidades NO desaparecen simplemente porque no las hayamos "trabajado".
- Pero también somos seres cambiantes que se intentarán adaptar al presente que nos toque vivir en cada momento. Y para ello no me voy a remitir a personajes célebres, puesto que sabemos que no toda la información que se nos proporciona acerca de su vida personal es veraz. Probablemente tod@s podamos recordar a algunas personas de nuestro pasado que fueron "estudiantes brillantes", pero por ciertas circunstancias, no pudieron lograr ciertos objetivos (yo tengo alguno en mi familia de hecho), y otras en cambio, han logrado ciertos objetivos exitosos aun cuando no se apostaba por ell@s ni un duro en su etapa escolar.
Recuerdo una ocasión en la que una mujer me dijo
"a finales de los años 70 tenía una vida estable y, digamos, acomodada con mi pareja. Nos gustaban l@s niñ@s y decidimos tener 4. Unos años después mi marido falleció y me quedé sola con 4 hij@s.... nunca llegué a imaginarme cómo cambiaría mi vida, ni lo fuerte que puedes llegar a ser hasta que realmente te enfrentas a situaciones tan duras. Esta experiencia hace que nunca vuelvas a ser la misma persona".
Por eso pienso que cuando hablamos de "qué hacer" o "cómo actuar" cuando tenemos un@ hij@ (o más de un@) con altas capacidades intelectuales, aunque lógicamente nos preocupa el futuro, lo realmente importante en centrarse en su presente y en todo caso ser su punto de apoyo para que sientan que NO están sol@s.... proporcionarles lo que necesiten en el momento presente, aportando una base sólida de adaptación y
resiliencia. No vaya a ser que de tanto mirar hacia un hipotético futuro, perdamos la perspectiva de lo que tenemos justo a nuestro lado.