No resulta infrecuente encontrarse con narraciones y anécdotas acerca del comportamiento o la actitud de ciertas personas cuyas mentes geniales han posibilitado el desarrollo de una alternativa de pensamiento que haya supuesto una ruptura con respecto a las creencias vigentes hasta aquel momento.
Si no hubiese sido así, seguiríamos creyendo que la Tierra es plana, que la fuerza que nos atrae hacia abajo proviene del poder divino, que los primeros seres humanos fueron Adán y Eva, lo cual nos situaría en un plano ajeno al del resto de especies animales, o que las enfermedades mentales son fruto de una posesión diabólica.
Afortunadamente, existieron personas que aplicaron su capacidad de razonamiento a contracorriente, saliéndose de los cánones preestablecidos y nos permitieron continuar evolucionando en diversas materias o campos científicos y metodológicos.
Sin embargo, parece que no nos conformamos con eso. Nos sigue costando aceptar la idea de que una mente genial no puede ser "normal", entendiendo el concepto de normalidad fuera del rango de lo patológico. Y es por ello por lo que años después incluso del fallecimiento de estas personas, parece que necesitamos encontrar un punto de patología en sus comportamientos, centrándonos en sus excentricidades y buscando posibles "defectos de forma" en sus actitudes.
No deja de resultarme (por llamarlo de alguna forma) curioso, puesto que una vez más nos empeñamos en buscar el punto débil, como intentando lanzar un mensaje que nos haga recordar que la perfección no existe. Cierto: no existe. Pero ello no implica que una idea genial tenga que ir necesariamente de la mano de la patología.
De esta forma, constantemente asistimos a la proliferación de artículos y publicaciones, que nos cuentan cómo Newton era neurasténico, Turing, Marie Curie, Beethoven o Einstein tenían asperger (cuyo diagnóstico curiosamente de haberse producido, fue post mortem), el recientemente fallecido John Nash, esquizofrénico paranoico, Charles Darwin era agorafóbico, Nikola Tesla era obsesivo-compulsivo.... Eso sin llegar a mencionar las veces en las que en prensa se ha hablado de las grandes dotes manipuladoras que poseen o han poseído algunos psicópatas y asesinos, de las que les dotaba su extraordinaria inteligencia,
Aunque no podemos negar que el hecho de tener superdotación sea una condición suficiente para no padecer problemas similares a los del resto de la población, lo que más me hace sentir molesta quizá sea que no puedo evitar tener la sensación de que existe un empeño de promover el binomio genialidad-enfermedad mental.
Cierto es que vivimos en una sociedad que posee una tendencia tan homogeneizadora, que cuesta abrir la mente a que el hecho de que una persona se aparte de los cánones sociales y por tanto establecidos externamente, no implica en ningún momento que padezca o haya padecido una psicopatología.
En este punto quizá deberíamos revisar una vez más el concepto de normalidad y diversidad, y reflexionar hasta qué punto ha calado la idea de que la alta capacidad va asociada necesariamente a algún tipo de déficit, en el sentido en que no pueda existir diversidad sin ser considerada automáticamente como trastorno.
En este punto se me saltan todas las alarmas.
Lo único que realmente necesitamos es de modelos exitosos en diversos campos del pensamiento, de las artes o de la ciencia (recordando la importancia de incluir al género femenino) huyendo de la proliferación de mitos y sin tener que recurrir necesariamente a la siguiente premisa: "sí... sería muy list@... PERO..."
Si no hubiese sido así, seguiríamos creyendo que la Tierra es plana, que la fuerza que nos atrae hacia abajo proviene del poder divino, que los primeros seres humanos fueron Adán y Eva, lo cual nos situaría en un plano ajeno al del resto de especies animales, o que las enfermedades mentales son fruto de una posesión diabólica.
Afortunadamente, existieron personas que aplicaron su capacidad de razonamiento a contracorriente, saliéndose de los cánones preestablecidos y nos permitieron continuar evolucionando en diversas materias o campos científicos y metodológicos.
Sin embargo, parece que no nos conformamos con eso. Nos sigue costando aceptar la idea de que una mente genial no puede ser "normal", entendiendo el concepto de normalidad fuera del rango de lo patológico. Y es por ello por lo que años después incluso del fallecimiento de estas personas, parece que necesitamos encontrar un punto de patología en sus comportamientos, centrándonos en sus excentricidades y buscando posibles "defectos de forma" en sus actitudes.
No deja de resultarme (por llamarlo de alguna forma) curioso, puesto que una vez más nos empeñamos en buscar el punto débil, como intentando lanzar un mensaje que nos haga recordar que la perfección no existe. Cierto: no existe. Pero ello no implica que una idea genial tenga que ir necesariamente de la mano de la patología.
De esta forma, constantemente asistimos a la proliferación de artículos y publicaciones, que nos cuentan cómo Newton era neurasténico, Turing, Marie Curie, Beethoven o Einstein tenían asperger (cuyo diagnóstico curiosamente de haberse producido, fue post mortem), el recientemente fallecido John Nash, esquizofrénico paranoico, Charles Darwin era agorafóbico, Nikola Tesla era obsesivo-compulsivo.... Eso sin llegar a mencionar las veces en las que en prensa se ha hablado de las grandes dotes manipuladoras que poseen o han poseído algunos psicópatas y asesinos, de las que les dotaba su extraordinaria inteligencia,
Aunque no podemos negar que el hecho de tener superdotación sea una condición suficiente para no padecer problemas similares a los del resto de la población, lo que más me hace sentir molesta quizá sea que no puedo evitar tener la sensación de que existe un empeño de promover el binomio genialidad-enfermedad mental.
Cierto es que vivimos en una sociedad que posee una tendencia tan homogeneizadora, que cuesta abrir la mente a que el hecho de que una persona se aparte de los cánones sociales y por tanto establecidos externamente, no implica en ningún momento que padezca o haya padecido una psicopatología.
En este punto quizá deberíamos revisar una vez más el concepto de normalidad y diversidad, y reflexionar hasta qué punto ha calado la idea de que la alta capacidad va asociada necesariamente a algún tipo de déficit, en el sentido en que no pueda existir diversidad sin ser considerada automáticamente como trastorno.
En este punto se me saltan todas las alarmas.
Lo único que realmente necesitamos es de modelos exitosos en diversos campos del pensamiento, de las artes o de la ciencia (recordando la importancia de incluir al género femenino) huyendo de la proliferación de mitos y sin tener que recurrir necesariamente a la siguiente premisa: "sí... sería muy list@... PERO..."