miércoles, 4 de mayo de 2011

MUJERES OCULTAS EN LAS AA.CC. (II)

Cuando trato ciertos temas, bien sea en la radio o en este blog, suelo padecer con bastante frecuencia el fenómeno de "creo que me he dejado algo en el tintero". Bueno, por otro lado, afortunadamente, ya que si no, llegaría a extenderme hasta límites insospechados, lo cual puede llegar a ser contraproducente, especialmente para el lector.
Sin embargo, voy a permitirme la licencia de volver a tocar este tema. Es cuanto menos preocupante que se llegue a la conclusión de que en la vida es mejor pasar desapercibido, especialmente cuando si se sigue esta premisa, se puede perder por el camino una cantidad ingente de talento.
Este es fundamentalmente el motivo por el que pienso que deberíamos preocuparnos de ciertas cuestiones relativas al sexismo que mantenemos y propagamos cual plaga de generación en generación.

1- Profesiones con género. ¿Realmente hay menos mujeres ingenieras porque el cerebro femenino está menos preparado que el maculino para desarrollar estas destrezas? ¿De verdad que si se siguen pidiendo muchas más bajas por maternidad que por paternidad es porque la mujer desarrolla ese "instinto maternal" por un subidón hormonal? ¿En las carreras humanísticas hay menos hombres porque no tienen "esa capacidad especial que tenemos las mujeres para este tipo de asuntos"?.....y, permitidme la última pregunta retórica ¿todavía puede haber alguien que no se haya cuestionado la falacia de semejantes argumentos? Sigo pensando que la eterna lucha entre si son más o menos difíciles las carreras de letras o las de ciencias, y el prestigio que ello conlleva, tiene en parte que ver por a quién han sido atribuídas culturalmente. 
Lo cierto es que da la sensación de que el prestigio social que desarrollan determinadas profesiones no va tanto en función de la importancia o relevancia de su desempeño, sino del género que tradicionalmente las haya desarrollado, al que más se le haya atribuído su ejercicio. Para mantener esta hipótesis, me baso en la idea de que hay ciertas profesiones que no han gozado de dicho privilegio social hasta que el hombre no empezó a desempeñar también esta labor: la cocina, por ejemplo. ¿Cuánto hace que la mujer es la que se dedica a cocinar principalmente en el hogar? Sin embargo, empieza a ser un hobbie ameno, divertido e incluso una profesión con clase cuando el hombre empieza a ser cocinero (¡uy, perdón!...chef) de manera pública.

2- Atribución de emociones. Las emociones que poseemos no tienen carnet de identidad. No son femeninas o masculinas, sino propiamente humanas (o de otros seres vivos por extensión). Sin embargo, aquellas que tradicional y culturalmente han sido atribuídas al género masculino son sinónimo de gallardía y las atribuídas al género femenino, por contra, debilidad. No sé cuántas veces habré oído cuando tenía la consulta "mi problema es que soy demasiado débil porque soy sensible". Sensibilidad y debilidad no es lo mismo. Otra cosa es que hayamos sido educadas para no reflexionar demasiado acerca de ciertos asuntos, o como decía Begoña, una buena amiga "no pensar, sólo ir tirando".

3- Búsqueda de pseudo-utopías. Cuando una crece en un ambiente en el que una gran parte de las historias que nos cuentan, finalizan con un "..y fueros felices y comieron perdices", tiende a buscar la creación de su propia historia intentando emular un final similar. Nos pasamos gran parte de la vida buscando la felicidad, lo cual se torna en ocasiones en una "búsqueda a la desesperada" que puede llegar a originar más distorsiones acerca de lo que en realidad supone aceptar la vida en sí. No es una postura pesimista, ni optimista. La realidad es que en la vida viviremos hechos que nos harán sentir felices (algunos incluso extremadamente felices), otros tristeza (incluso angustia) y en muchas ocasiones experimentaremos enfado, ira...y podría seguir extendiéndome mucho más, pero no tiene sentido. Sabemos de lo que hablamos.
Nuestra búsqueda ha de ir dirigida, al menos desde mi opinión, hacia una estabilidad emocional óptima, lo cual supondrá altibajos, momentos mejores y momentos peores. Y momentos en los que dudamos, en otros por contra nos mostramos seguros de nuestras convicciones...en fin, c´est la vie!
La felicidad como estado perpetuo es probable que no exista, y ni falta que hace. Lo cierto es que cuando alguien me hace daño, tendré que:

   1) Identificar por qué siento dolor. Es probable que sea lógico, lo que no lo sería tanto sería que no me importara en absoluto discutir con alguien a quien quiero.

   2) Saber que lo que siento, aunque sea negativo, es congruente con la situación en sí.

   3) Elegir entre enfrentarme a ello de diversas formas (lo cual conlleva la elección de la más adecuada según la visión de cada uno) o evadirme buscando una justificación a lo injustificable. Esto último es lo que hace que muchas mujeres se conviertan en víctimas. Eternas víctimas. Y no lo planteo como una crítica, sino desde mi más profunda preocupación, porque sigue existiendo un porcentaje demasiado alarmante de niñas con AA.CC. que pasan desapercibidas.

Pero esta situación, por supuesto qu es susceptible de cambio. Y para que llegue el cambio social, hemos de buscar en primera instancia un cambio personal, individual. Porque si bien es cierto que hay determinados momentos más idóneos para adquirir ciertos conocimientos, o periódos críticos de aprendizaje, también hay estudios, como el de Sarah J.Blakemore, que avalan la teoría de que a lo largo de toda nuestra vida nuestro cerebro experimenta cambios debidos a una interacción con el ambiente (plasticidad cerebral). Ahora bien, necesitamos una motivación individual con el suficiente peso como para seguir luchando por alcanzar nuevas metas. Esa motivación pienso que deberíamos encontrarla en generar un presente para esta generación de niñ@s. Hemos de olvidarnos de delegar nuestras responsabilidades sobre las espaldas de otros, y luchar por aquello que humanamente sí podamos hacer: l@s niñ@s aprenden mejor de una persona que da ejemplo y sirve como modelo, que de una grabación o una imagen en la televisión, porque somos eminentemente seres sociales.

Esa educación en la que una mujer ha de asumir una serie de roles, le gusten o no, es la que hace que a lo largo de la historia gran parte de las mujeres notables hayan permanecido en el anonimato o como "adyacente a"... Lo peor no es que haya sucedido, sino que sigue sucediendo, y sucederá en un futuro si no le ponemos remedio, en lugar de meros parches.

Hay asuntos en la vida que se han de escapar del "todo es relativo". Porque algunas cosas no son relativas, como los derechos fundamentales de todo ser humano, que trasciende mucho más allá incluso que las propias leyes de cada país o las costumbres de una u otra cultura o religión. Y debe ser una preocupación de tod@s.


http://www.mujeresenelarte.blogspot.com/    (¡¡gracias, Raquel!!)


http://quark.prbb.org/27/027060.htm : LAS MUJERES EN LA HISTORIA DE LA CIENCIA


http://www.algunasmujeressabias.blogspot.com/

http://acercadelasuperdotacionyeltalento.blogspot.com/2011/04/quien-dijo-que-las-mujeres-no-saben.html


* Finalmente, si alguien aún necesita alguna prueba más de que las diferencias entre sexos vienen condicionadas en su mayor porcentaje por causas debidas a la interacción con el ambiente, recomiendo "Adolescencia, Sexo y Cultura en Samoa", de Margaret Mead.

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