jueves, 2 de agosto de 2012

REFLEXIÓN Y EXPERIENCIA CON ALUMN@S DE ALTAS CAPACIDADES

Toda persona que haya leído algunas de las entradas en este blog en las que he deseado plasmar cuál es mi opinión personal o reflexiones particulares acerca de las altas capacidades en general, y especialmente las experiencias vividas en los centros educativos, sabrá que me suelo mostrar profundamente crítica tanto con los modos y maneras de plantear el abordaje de sus necesidades educativas, como con la cantidad de prejuicios que aún se manejan, quizá por falta de interés, acerca de esta temática concreta.

Sin embargo, cabe recordar lo que NO son (un problema, un trastorno, una contrariedad del desarrollo, etc), y con la misma urgencia, rememorar los problemas que en ocasiones se puede llegar a manifestar tanto para las personas que poseen altas capacidades, como para aquellas que realmente desean ayudar y luchar por sus derechos. No siempre los obstáculos provienen del centro escolar...

Me permito rescatar en esta ocasión esta reflexión de Juan Serrano Cazorla, escritor y profesor de lengua y literatura castellana:

Mi Experiencia con Alumnos de Altas Capacidades
 
Como habrán intuido algunos de mis lectores, durante mi jornada laboral en los depauperados institutos públicos de Cataluña me dedico, además de a impartir clases de lengua y literatura, a detectar alumnos de Altas Capacidades (es decir, alumnos talentosos y superdotados). Esta es, quizá, la más arriesgada e infructuosa tarea que puede acometer un profesor de secundaria idealista y obstinado. En breve sabrán por qué.
 
Cuando se tiene la formación necesaria y la voluntad de atender todas las necesidades del heterogéneo alumnado de un centro escolar, detectar estudiantes con altas capacidades intelectuales es sencillo, pues sus sofisticados comportamientos los delatan. Por esta razón, he identificado con facilidad alumnos altamente dotados en todos los institutos en los que he trabajado; había de varios tipos: alumnos perfectamente adaptados con un buen expediente académico (aunque casi nunca extraordinario); estudiantes alienados que inhibían su enorme capacidad; alumnos con un deplorable expediente académico que empleaban sus talentos en generar todo tipo de conflictos que paliaban su aburrimiento y denunciaban su frustración; adolescentes que se saltaban las clases sistemáticamente y que, sin embargo, aprobaban los exámenes sin dificultad, etc. Todos, a pesar de sus diferencias, estaban muy solos y en permanente conflicto con un entorno académico inapropiado e intolerante.
 
En cuanto he detectado a uno de estos alumnos y, temerariamente, me he propuesto ayudarlo, he tenido que sortear todo tipo de obstáculos hasta que mi capacidad persuasiva se ha topado con uno insalvable a lo largo del accidentado recorrido: el obstáculo infranqueable puede ser un tutor desidioso, un jefe de estudios que tiene cosas más importantes que hacer que atender hipótesis inverosímiles sobre alumnos superdotados que no lo parecen, un psicopedagogo que carece de formación sobre el tema y que está convencido de que no hay alumnos superdotados en su instituto, unos padres temerosos de que su hijo sea etiquetado como superdotado, etc. Por descontado, yo no he salido indemne de estas campañas de socorro de alumnos de Altas Capacidades: además de invertir mucho tiempo y energía infructuosamente, me he ganado la displicencia y animadversión de profesores prejuiciosos y, sobre todo, profundamente ignorantes. Y, en cuanto a los alumnos dotados que he detectado, ninguno ha sido sometido a diagnóstico ni, por supuesto, se ha beneficiado de medidas educativas especiales. Ha seguido tan desamparado como siempre a pesar de mi persistencia.
 
En definitiva, en nuestro sistema educativo todo el mundo se comporta como si los alumnos de Altas Capacidades no existieran, como si fueran un producto ocasional de los platós de televisión. Pero los alumnos extraordinariamente dotados sí que existen: están entre nosotros, en nuestros colegios e institutos, frustrados, alienados y, lo que es peor, ignorantes de su condición y de su potencial, recibiendo de todos los espejos una imagen distorsionada de sí mismos. Están entre nosotros y jamás levantarán este país miserable.

2 comentarios:

  1. Me he sentido tremendamente identificada con las palabras de este profesor de Lengua y Literatura.Yo también soy docente de esa misma especialidad y desde hace años éste ha sido mi campo de batalla.Los niños con altas capacidades no sólo se encuentran indefensos ante un sistema educativo que les da la espalda,sino que sufren burlas de compañeros y desprecio por parte de muchos profesores. Parece que esta lucha que me ha acarreado tanto sinsabores fue premonitoria.Acaban de confirmarme que mi hijo, que está a punto de cumplir 4 años,es de AC. Y sé que la lucha continúa...

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    1. Efectivamente, la lucha continúa. Pero hay una cuestión a considerar y de gran importancia: ni nuestrs hij@s están sol@s... ni padres y madres lo estamos :-)

      Te dejo mi correo privado: soniambr75@gmail.com

      Eliminar

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