martes, 6 de septiembre de 2011

NORMAS SOCIALES: CONVIVENCIA

Una niña por la noche llamó a su padre: "Papá, ven". Y el papá fue y le dijo: "¿Qué quieres, hija?" y ella no contestó. Al rato gritó "Papá, ven". Y el papá fue y le dijo: "¿Qué quieres, hija?" y ella no contestó. Así muchas veces, hasta que al final la niña exclamó: "¡Que me digas no!".
        "El Pequeño Dictador" - Javier Urra


Como complemento al anterior post (Autoritarismo Educativo y "Cachete Pedagógico"), voy a hablar de la necesidad de la existencia de normas para un buen funcionamiento de la convivencia, no sólo familiar, sino también social. Aún así, que no piense la persona que lo lea que en estas líneas va a encontrar algún tipo de apología del retorno de las antiguas costumbres.

Lo cierto es que la  idea que más me ha llevado a pensar en la conveniencia de las normas, ha sido el porqué cuando un niño o una niña aún son pequeñ@s, su modelo a seguir son los adultos más cercanos, y en cambio, conforme van creciendo, se identifican más con sus pares de edad similar. ¿Es un hecho de predisposición? ¿Se da en todas las culturas? ¿Por qué por ejemplo, yo misma en mi adolescencia, además de identificarme con "mis iguales", también seguía teniendo como referencia a mi madre (persona que nunca ejerció un estilo autoritario hacia mí)? ¿Y si lo que sucede es que conforme el niño o la niña va creciendo, se percata de que no es tratado como una persona a la que también hay que escuchar?

Muchas preguntas... no creo que en tan poco espacio logre la respuesta de todas. Lo cierto es que me voy a plantear que partamos de la idea de que padres/madres - hij@s, no son pares enfrentados por naturaleza, sino que somos un continuo. Somos un grupo de personas que ha de estar destinada a entenderse.

¿Por qué poner normas?

Resulta obvia la pregunta para la mayoría de nosotros, me imagino. De no existir un mínimo, unas normas que guíen una correcta convivencia, la libertad se volvería libertinaje. Aunque también es bien cierto que no se debería aludir a esta premisa para imponer un estilo social represivo y autoritario. Si las normas se necesitan para una correcta convivencia, sería de justicia que el ponerlas realmente la mejore... la de todos, no sólo en beneficio de uno o unos pocos.
Se trataría por tanto de la base sobre la que parte un sistema de organización, como en definitiva así lo es la familia, esa microsociedad en la que tantas cosas compartimos y tanto aprendemos, sea positivo...o no tanto.

Validez de la norma establecida:

1. Se establecen tras una previa situación de diálogo.- No necesariamente ha de existir unanimidad, pero sí consenso, al menos en el sentido en el que no se vulneren derechos fundamentales de alguno de los miembros de la organización.

2. Norma entendida como asignación de responsabilidad individual y grupal.- Cada miembro de una organización es diferente. Tiene sus particularidades, por lo tanto, es probable que posea unas "normas específicas". Por ejemplo, un padre o una madre pueden tener como norma (obligación moral, de hecho) preparar la comida para sus hij@s cuando son demasiado pequeñ@s así como una hija, de estudiar cada día, o un hijo de poner orden en su armario,... Y a parte de estas condiciones, tod@s sus miembros han de mantener una estabilidad en el cumplimiento de estas normas.

3. Junto a la noción de "norma", ha de ir paralela la de "excepción".- No todo lo que nos rodea es susceptible de nuestro control, lo cual implica que haya ocasiones en las que la norma se pueda obviar, si ello supone una mejor adaptación y sin que implique sanción de ningún tipo. Por ejemplo, si un día nos dejamos la llave en casa y nuestro hijo está dentro, aunque tenga la norma de "no abrir la puerta él".... esta sería una excepción de peso :-)

4. La norma ha de establecerse una a una y de manera clara.- No tiene sentido de repente empezar a colocar normas porque "una te lleva a la otra". Paso a paso. Y exponerla con claridad, de manera breve y bajo el supuesto de una lógica en su mantenimiento. A veces los padres y madres somos demasiado proclives a soltar grandes discursos acerca de la importancia del cumplimiento de una norma... cosa que hace que probablemente a los 5 minutos, el hijo o la hija ya haya desconectado.

5. Visión positiva del cumplimiento normativo.- Se trata (ni más ni menos) de centrarse en lo bien que hacemos las cosas, no dar por hecho que lo bueno ya lo sabemos. Especialmente si la atención sólo la centramos cuando se incumple lo acordado, no cuando se lleva a cabo de manera adecuada. Esto sí que puede hacer que cada miembro de la familia se adhiera mejor al cumplimiento de la norma. Sería, si se me permite el símil, como decir "te quiero". Es importante decirlo porque para la otra persona es vital oírlo. No es algo que se pueda dar por hecho o por supuesto.

¿Qué sucede en un ambiente autoritario?

Si por algo se caracteriza un ambiente autoritario precisamente es por la aleatoriedad de las normas. En realidad no son algo fijo, estable, ni mucho menos proporcionado. Son variables y fluctúan, ya que normalmente dependen del estado de humor, del ánimo de la autoridad pertinente, además de que "están colocadas ahí" no para el beneficio óptimo de cada miembro familiar, sino para hacer la vida más cómoda al que las impone. Y la consecuencia de acatarlas o no va a depender de la indulgencia del autoritario.

Hablo de la familia, pero desde luego que estas cuestiones pueden ser perfectamente extrapolables a otros ámbitos, otro grupos o "microsociedades", somo la escuela, el ámbito laboral, etc.

Lógicamente este ambiente, tiene dos vertientes:
1- Rebelarse contra la normativa que no posee una lógica demasiado adaptativa más allá del propio beneficio de quien la emite. Hecho muy frecuente especialmente percibido por padres y madres de niñ@s con alta capacidad intelectual. Desde edades muy tempranas sienten curiosidad por todo, por su funcionamiento, por su porqué,... ¿cómo puede sentirse entonces un niño o una niña que no entiende el motivo de la colocación de normas, especialmente si van en función de lo que sólo una persona decida? No olvidemos que el hecho de poseer alta capacidad intelectual no implica que dejen de ser niñ@s, y si a un adulto ya nos puede costar adaptarnos a esa realidad cambiante en función de estado de ánimo de otro, imaginémonos por un momento vivir bajo ese caos a una edad temprana.

2- Aceptar este sistema autoritario como válido, sin mayor reproche que el berrinche momentáneo cada vez que personalmente te afecta la nueva norma del día. Esta es la opción mayoritaria, y al mismo tiempo la más peligrosa, porque se da como buena la idea del autoritarismo y se transmite de generación en generación.
Esta opción es contra la que hay que luchar para que dejen de existir de una vez por todas nuevas generaciones de machitos dominantes y de mujeres sumisas. Ambos son distintas caras de la misma moneda: personas con una autoestima minada, pobre, sin recursos afectivos y víctimas potenciales de un sistema que alega hacer lo que le viene en gana "por nuestro bien"... aunque en realidad no es el bien común, sino de las personas que dirigen ese sistema y ostentan el poder.
Y hemos de evitar que sigan existiendo perversos dominantes que al no poseer criterios que les doten de una buena autoestima, se convierten en verdugos de otras personas para al menos "sentirse superiores". Y que sigan existiendo personas sumisas (especialmente mujeres en un mundo machista) que crean que esa es su labor en la vida, porque es "lo que les ha tocado, ya que unos nacen con estrella o y otras, nacen estrelladas".

Fomentemos el espíritu crítico, la noción de pensamiento, de debate, de inconformismo... adaptémonos a las normas cuando éstas sean las que hayan sido puestas para adaptarse a tod@s nosotr@s. Sin excepción.

6 comentarios:

  1. Me alegro de que te haya gustado, Rafa. La verdad es que andaba circulando un vídeo por facebook en el que una psicóloga recordaba a los padres y madres la necesidad de ejercer autoridad sobre sus hij@s... me llamó la atención no encontrar a nadie que hiciese un comentario en desacuerdo al respecto.

    No es que todo lo que dijera fuese un desatino, pero me preocupa en cierta forma que no nos percatemos de que si algo resulta necesario ejercer (y exigir) es respeto (en su sentido más emocional) y cariño. Y sin medir la dosis :-)

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  2. curiosamente ayer estuve en un curso para ser padrino de bautismo de una sobrina, el señor cura hablaba de la autoridad de los padres frente a los hijo e hijas, este señor debería andar poco menos que en Afganistán con los talibanes.
    Parece mentira que no le de vergüenza hablar para decir lo que dijo, respeto con miedo a los padres, no dejarles capacidad de decisión hasta que sean adultos, etc

    En fin, hoy de bautizo, a ver que nos cuenta....

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  3. ...menos mal que la criaturita no se enterará de lo que le dicen ahora. Y para cuando empiece a enterarse, ahí tendrá a su padrino! :-))

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  4. Me ha gustado mucho chiqui. En ASA hemos hecho varias sesiones de Normas y Límites. Tema siempre muy peliagudo y dónde se barajan diversidad de opiniones y criterios.Para mi personalmente las NORMAS deben ser poquitas y conocidas y van muy relacionadas con valores. Después están las rutinas, que por lo que he visto en las Escuelas de Padres, mucha gente confunde con las Normas y ahi es dónde llega el follón. Queremos un mundo perfecto de rutinas, dónde nuestr@s niñ@s cunplan al pie de la letra lo que entendemos que deben hacer. Pero detrás de la rutina debe estar cuando crecen la Norma. Yo recuerdo que ponía un ejemplo en una Escuela de padres, a ver si estáis de acuerdo o o no. Una Norma en mi casa en NO GRITAR, no elevar el tono de VOZ, sea cual sea la situación. Va relacionada con el autocontrol ( de tod@s). Si la norma está por delante, la rutina que haya que cumplir, por ejemplo lavarse los dientes, no se convierte nunca en una guerra, porque está la Norma por delante de NO GRITAR. Lo que yo observo en las Escuelas de Padres es que la mayoría de rutinas se convierten en pulsos. Y entiendo que tú tienes que llegar a una edad de los niñ@s con rutinas ya instauradas en la casa. La mayoría de los errores de rutinas vienes, para mi punto de vista, por no fomentar la autonomía individual. El apego no está reñido con la autonomía, ni con el saber hacer las cosas por un@ mism@. Poner, quitar tu plato de la mesa, tu ropa en el cesto de lavar y que no vaya mamá o papá detrás, tu higiene personal, tu habitación y el orden en ella.. Son cosas de rutina, se hacen todos los días y no deberían ser generadores de conflictos. Podrían tener sus excepciones y sus flexibilidades, como las tenemos los adultos. Pero creo que los papis no podemos implantar las rutinas como normas cuando los niñ@s ya han llegado a los 9 o 10 años, porque entonces fracasamos. Debemos aprovechar los estadíos de automía infantil, sus ganas de hacer las cosas por si mismos, su proceso de juego, su fase creativa, para que se interioricen las rutinas como algo natural en sus vidas. En las Escuelas de Padres he observado que preocupan más las RUTINAS, que las Normas, porque generan un caos diario. Partiendo de esa diferenciación que yo hago entre rutinas y normas. También para fijar las NORMAS, como dice Sonia, hay un ejercicio PRE, muy importante, que es el que la pareja, o la familia, debe hacer con la pregunta ¿ Qué es lo que entiendo como NORMA ? O sea ¿ Cuáles van a ser las NORMAS familiares en mi casa ? Este ejercicio es difícil, porque si asumes el mismo, lo asumes no solamente bajo el prisma de mis hij@s lo tienen que cumplir, sino de de yo también lo tengo que cumplir. Es como el NO GRITAR que os planteaba, no puedo exigirle a María el autocontrol en sus respuestas y yo hablarle en un tono elevado. Tod@s tenemos que cumplir la norma... Es un tema complicado Sonia, que desde luego va más allá de cualquier manual al respecto y para el que antes habría que hacer una sesión de PRE- NORMAS. PERO ES UN TEMA INTERESANTE ..MUY INTERESANTE ...Gracias por compartirlo...

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  5. Gracias a ti, Yoli, por la aportación. Efectivamente, el tema de las normas trasciende a cualquier manual. En realidad no se trata de decir a los demás lo que tienen que hacer con su vida, sino de estar dispuesto a debatir y replantearse muchas cuestiones que quizá en un momento de nuestra vida dimos por válidas, pero en el momento por el que pasamos ahora, adoptan otro significado diferente. Es como cuando yo no tenía hijos y percibía la educación (informal, entendamos) más bien como manual de supernanny :-). Pero una vez que fui madre, me acabé dando cuenta progresivamente de que mis hijos lo que necesitaban era educación (con toda la complejidad que ello conlleva), no adiestramiento para que hagan lo que yo quiero y así mi vida sea más fácil.

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