Cuando trato el tema del acoso moral, hay una parte de mí que siente mucho más que indignación. No sé muy bien si describirlo como tristeza, desasosiego, preocupación.... puede que en realidad se trate de incomprensión; porque no puedo llegar a comprender cómo es posible que un ser humano inteligente pueda infligir daño moral a otro mediante la burla, el insulto o la vejación.
Aun así, sigo creyendo que para combatir según qué temas, hemos de seguir aplicando la empatía, tanto hacia agresor@ como hacia agredid@, e ir más allá de la mera descripción de los casos. Solo cuando logremos desentrañar esta maraña de despropósitos sin sentido alguno, podremos hacer fuerza y luchar contra esta gran lacra, que desgraciadamente a muchas personas acompaña ya desde edades escolares.
"L@s niñ@s son crueles", tiende a afirmarse con demasiada facilidad. Quizá es el resultado de una creencia extendida en demasía que parte de la base de que nacemos salvajes y solo mediante la mediación cultural y educacional nos transformamos en seres civilizados. Creencia por cierto que no deja de resultarme paradójica.... lo que sucede realmente ¿no puede ser al revés? Hay una mayor posibilidad de llegar a percibir conductas altruistas en niñ@s más pequeños que incluso en algunas personas mayores.
En primer lugar, tendríamos que sopesar cómo es nuestra reacción ante aquellas personas que percibimos como diferentes: ¿nos volvemos para mirarlas? ¿las juzgamos basándonos en prejuicios? Si la respuesta es positiva, empecémonos pues a plantearnos que quizá no podemos exigir otro tipo de comportamiento a actitud a nuestr@s hij@s... si no cambiamos, perderemos el criterio moral para exigir el cambio en ell@s.
Si un maestro dirige constantes burlas en voz alta a un@ niñ@ con altas capacidades que constantemente se distrae, en lugar de buscar estrategias junto con su familia para conseguir llamar su atención... entonces con qué criterio puede luego reñir al resto de la clase cuando de manera reiterada, cada vez que se encuentran a este niño (hasta por la calle) le repiten el mismo tipo de burlas (puede que incluso acabe con un mote).
Si una maestra llama a su mesa a una alumna que ha realizado un problema de matemáticas de manera compleja y aplicando un método diferente al que ella había explicado en clase, y cuando esta niña llega hasta ella le pregunta en voz alta "¿quién te ha hecho esto?" y cuando la niña responde que ha sido ella, se dedica a reírse, a preguntar a los demás si creen que esto es posible, y finalmente le rompe en sus narices el ejercicio que tanto le había costado hacer, ¿con qué criterio se puede atajar el hecho de que esa niña cada vez se aisle más en el aula?
O cuando una madre ridiculiza a su hija delante de los demás, o cuando un padre constantemente repite a su mujer delante de su hijo "tú sin mí no vales para nada",....
¿Nos hemos parado a reflexionar qué se halla detrás del acoso escolar? ¿Por qué se cierran los ojos al problema en lugar de ir a atajarlo?
En el caso del bullying, no olvidemos nunca, que la actuación es de l@s niñ@s, las víctimas son niñ@s... y la primera y la última palabra, la tenemos las personas adultas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario