Hay ocasiones en las que si me pongo a pensar un poquito en las sensaciones que llevo teniendo desde hace poco más de 9 años, justo después del momento en el que nació mi primer hijo, es cuando me percato de hasta qué punto hay una palabra que engloba a todas estas emociones juntas: INTENSIDAD.
Ser madre (o padre) nos otorga un grado de responsabilidad enorme, aunque usualmente acogido con muchísimo agrado, lo cual desencadena en nosotr@s una intensidad emocional que nunca antes habíamos experimentado.... al fin y al cabo, como leí en una ocasión,...
Pero todas estas emociones no siempre están relacionadas con lo positivo. Existe el amor y la alegría más inmensos, sí... y también de manera paralela, como un continuo, la sensación de agotamiento. La maternidad debería ser descrita desde una perspectiva más real, y no dejarnos influir tanto por mensajes que parecen sacados más de la factoría Disney que de la vida real.
¿Y qué nos pasa cuando les vamos viendo crecer? Hay ocasiones en las que he oído que "da pena ver cómo crecen tan rápido"... imagino que dependerá de cada persona. A mí lo que me genera muchísimo orgullo ver cómo se van haciendo poco a poco más independientes con respecto a mi persona, entendida desde el punto de vista de "cuidadora".
La cuestión es que otro sentimiento que suele acompañarnos es el de la duda. ¿Lo estaré haciendo bien? ¿me habré pasado? ¿sabré adaptarme a sus necesidades? ¿en qué me estoy equivocando?....y honestamente, opino que si estas dudas no aparecen en el camino, quizá sí que hay algo que no estamos haciendo bien. Y cuando alguien nos confirma (de manera externa a la familia) que nuestr@ hij@ tiene altas capacidades intelectuales, esas dudas además adquieren otro cariz diferente y aparecen otro tipo de preguntas conforme nuestr@ hij@ crece. De momento se me han ocurrido 3...seguro que quien lo lea podría aportar alguna más. :)
¿Realmente tendrá altas capacidades?
Cuando son bebés, la velocidad a la que se van desarrollando es enorme. Pensad que en el plazo de un año y medio aproximadamente, han pasado de ser personas totalmente indefensas a ir convirtiéndose en niñ@s a los que les encanta manipular su propia comida, que han empezado a caminar (e incluso a correr!!), a jugar por sí sol@s, sus primeras palabras, sus abrazos, sus miradas.... su curiosidad. Todo ello ha evolucionado a un ritmo vertiginoso. Y quizá por eso también percibimos esos logros de una forma mucho más llamativa: como ya había comentado en más ocasiones, es frecuente que desarrollen de pronto una habilidad que hace una semana era impensable que lo lograra.
Pero el ritmo del crecimiento deja de ser tan vertiginoso y se vuelve más pausado, con lo que de repente, dejamos de percibir que cambie de manera tan abrupta... y es frecuente pensar que esto sucede porque quizá se hayan equivocado en la identificación (especialmente si se realizó en la etapa de Educación Infantil) o que a lo mejor está llegando el momento en el que se están..."igualando". Y es que además el contenido de los informes no siempre ayudan a despejar dudas.
Así que, lógicamente, es habitual pasar por este tipo de fases en las que las dudas pican a la puerta.
¿Esta actitud desafiante que tiene últimamente, tendrá que ver con las altas capacidades?
Lo cierto es que seguimos percibiendo que son diferentes en ciertas actitudes, como la percepción de lo justo o injusto o la necesidad de profundizar en ciertas cuestiones (y el más absoluto desinterés por otras que no les atraen para nada), pero también creo importante que recordemos que las altas capacidades en todo caso es algo que hemos de entender como parte de su Ser, pero sin que ello nos haga perder la perspectiva puesto que no todo es explicable a través del prisma de la alta capacidad. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, la explicación está mucho más cercana y no es tan abstracta, o lo que es lo mismo: la respuesta a esas actitudes la podremos encontrar con mucha más facilidad si observamos detenidamente su entorno, incluyendo por supuesto a las personas que le rodeamos (familia incluída).
Entonces, el éxito o fracaso académico... ¿dependerá del profe que le toque cada año?
Lo que sí resulta mucho más seguro es que l@s docentes que le toquen serán determinantes a la hora de entender cómo va a afrontar ese año académico en concreto, la motivación que tendrá no sólo para levantarse e ir al cole o al instituto cada día, pero desde luego, no va a ser el único factor que vaya a determinar si habrá éxito o fracaso en el mundo académico entendido desde una perspectiva más general y más global. Aquí las familias tenemos un papel importantísimo, y obviamente el grado de ajuste curso tras curso dependerá mucho más de nosotr@s que lo que en ocasiones pensamos. Quizá deberíamos preguntarnos:
¿Le apoyamos en su desarrollo académico o constantemente le estamos mostrando más preocupación que confianza?
¿Tenemos en cuenta la opinión de nuestr@ hij@ cuando tomamos decisiones relativas al entorno escolar?
¿Le damos importancia a que tenga una formación?
¿Somos una figura que les aporta confianza o nos consideran "el enemigo"?
¿Le hacemos ver que el aprendizaje puede (y debe) ser divertido o por contra lo enfocamos desde el punto de vista de una obligación "te guste o no"?
¿Qué nos preocupa más, su felicidad o sus resultados académicos?
Ser madre (o padre) nos otorga un grado de responsabilidad enorme, aunque usualmente acogido con muchísimo agrado, lo cual desencadena en nosotr@s una intensidad emocional que nunca antes habíamos experimentado.... al fin y al cabo, como leí en una ocasión,...
Pero todas estas emociones no siempre están relacionadas con lo positivo. Existe el amor y la alegría más inmensos, sí... y también de manera paralela, como un continuo, la sensación de agotamiento. La maternidad debería ser descrita desde una perspectiva más real, y no dejarnos influir tanto por mensajes que parecen sacados más de la factoría Disney que de la vida real.
¿Y qué nos pasa cuando les vamos viendo crecer? Hay ocasiones en las que he oído que "da pena ver cómo crecen tan rápido"... imagino que dependerá de cada persona. A mí lo que me genera muchísimo orgullo ver cómo se van haciendo poco a poco más independientes con respecto a mi persona, entendida desde el punto de vista de "cuidadora".
La cuestión es que otro sentimiento que suele acompañarnos es el de la duda. ¿Lo estaré haciendo bien? ¿me habré pasado? ¿sabré adaptarme a sus necesidades? ¿en qué me estoy equivocando?....y honestamente, opino que si estas dudas no aparecen en el camino, quizá sí que hay algo que no estamos haciendo bien. Y cuando alguien nos confirma (de manera externa a la familia) que nuestr@ hij@ tiene altas capacidades intelectuales, esas dudas además adquieren otro cariz diferente y aparecen otro tipo de preguntas conforme nuestr@ hij@ crece. De momento se me han ocurrido 3...seguro que quien lo lea podría aportar alguna más. :)
¿Realmente tendrá altas capacidades?
Cuando son bebés, la velocidad a la que se van desarrollando es enorme. Pensad que en el plazo de un año y medio aproximadamente, han pasado de ser personas totalmente indefensas a ir convirtiéndose en niñ@s a los que les encanta manipular su propia comida, que han empezado a caminar (e incluso a correr!!), a jugar por sí sol@s, sus primeras palabras, sus abrazos, sus miradas.... su curiosidad. Todo ello ha evolucionado a un ritmo vertiginoso. Y quizá por eso también percibimos esos logros de una forma mucho más llamativa: como ya había comentado en más ocasiones, es frecuente que desarrollen de pronto una habilidad que hace una semana era impensable que lo lograra.
Pero el ritmo del crecimiento deja de ser tan vertiginoso y se vuelve más pausado, con lo que de repente, dejamos de percibir que cambie de manera tan abrupta... y es frecuente pensar que esto sucede porque quizá se hayan equivocado en la identificación (especialmente si se realizó en la etapa de Educación Infantil) o que a lo mejor está llegando el momento en el que se están..."igualando". Y es que además el contenido de los informes no siempre ayudan a despejar dudas.
Así que, lógicamente, es habitual pasar por este tipo de fases en las que las dudas pican a la puerta.
¿Esta actitud desafiante que tiene últimamente, tendrá que ver con las altas capacidades?
Lo cierto es que seguimos percibiendo que son diferentes en ciertas actitudes, como la percepción de lo justo o injusto o la necesidad de profundizar en ciertas cuestiones (y el más absoluto desinterés por otras que no les atraen para nada), pero también creo importante que recordemos que las altas capacidades en todo caso es algo que hemos de entender como parte de su Ser, pero sin que ello nos haga perder la perspectiva puesto que no todo es explicable a través del prisma de la alta capacidad. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, la explicación está mucho más cercana y no es tan abstracta, o lo que es lo mismo: la respuesta a esas actitudes la podremos encontrar con mucha más facilidad si observamos detenidamente su entorno, incluyendo por supuesto a las personas que le rodeamos (familia incluída).
Entonces, el éxito o fracaso académico... ¿dependerá del profe que le toque cada año?
Lo que sí resulta mucho más seguro es que l@s docentes que le toquen serán determinantes a la hora de entender cómo va a afrontar ese año académico en concreto, la motivación que tendrá no sólo para levantarse e ir al cole o al instituto cada día, pero desde luego, no va a ser el único factor que vaya a determinar si habrá éxito o fracaso en el mundo académico entendido desde una perspectiva más general y más global. Aquí las familias tenemos un papel importantísimo, y obviamente el grado de ajuste curso tras curso dependerá mucho más de nosotr@s que lo que en ocasiones pensamos. Quizá deberíamos preguntarnos:
¿Le apoyamos en su desarrollo académico o constantemente le estamos mostrando más preocupación que confianza?
¿Tenemos en cuenta la opinión de nuestr@ hij@ cuando tomamos decisiones relativas al entorno escolar?
¿Le damos importancia a que tenga una formación?
¿Somos una figura que les aporta confianza o nos consideran "el enemigo"?
¿Le hacemos ver que el aprendizaje puede (y debe) ser divertido o por contra lo enfocamos desde el punto de vista de una obligación "te guste o no"?
¿Qué nos preocupa más, su felicidad o sus resultados académicos?