Desconozco si podría ser considerado pecado, aunque desde luego sí que tiene delito.
No saber reconocer la gran suerte que tienes al encontrarte con toda una serie de niños y niñas que cada año pasan delante de ti y te miran con admiración y respeto porque... ¡¡¡eres SU profe!!
Es un trabajo estresante, complicado y a veces agotador. Nadie debería negarlo. De hecho no me gusta escuchar las argumentaciones del estilo "ya quisiera yo tener las vacaciones que tienen l@s maestr@s cada año". No me gusta por una sencilla razón: a todas esas personas que dicen eso, quisiera verlas yo con la responsabilidad de tener en una sola habitación a 15, 20... 25 niños y niñas cada un@ de un padre y una madre, cuando normalmente nos quejamos de lo agotador que resulta educar a uno o a dos (o a tres ;) ).
Pero desde luego cuando existe vocación y pasión por lo que se hace, tiene que ser precioso. Imaginaros lo maravilloso que puede resultar encontrarse años después con alguien que ha sido tu alumn@ y comprobar cómo te recuerda con cariño.... ya lo he dicho más veces: hay profes a los que no recuerdas en tu cabeza, sino en tu corazón.
Por eso quiero dejar aquí este artículo de La Pizarra al Revés. No tanto como una crítica feroz a toda la docencia, sino a aquellos profesionales que no saben o no han sabido aprovechar la experiencia de poseer uno de los trabajos más bellos del mundo..... al menos eso dice mi hijo Álex, de 5 años, y por eso quiere ser maestro.
La figura del profesor tradicional es la que sigue predominando en los centros educativos. Se trata de un profesor recto, serio, intransigente, mandón, sin paciencia y autoritario.
Su metodología es la enseñanza insulsa, la disciplina, el silencio absoluto, la mirada asesina, el castigo, la amenaza, la impaciencia, los gritos, las órdenes y la imposición.
No importa la idiosincrasia de cada alumno, las diferentes personalidades que pueda haber en el aula, los ditintos ritmos de aprendizaje, los entornos familiares, las actitudes y aptitudes o las necesidades específicas de cada alumno.
Solamente importa él mismo. Él manda y no debe haber ningún reproche. Quien no siga el ritmo de las clases es abandonado o puesto en evidencia. Trata a su grupo de alumnos como un rebaño de ovejas a los que puede gritar si algo no funciona como él quiere.
Este tipo de profesores piensan que enseñar es mandar ejercicios y poner orden en clase. No entienden que delante suyo tienen niños y no personas adultas. Que es lógico que cuando estén cansados hablen o se distraigan, que muchas veces no entiendan lo que enseña el profesor, que su vida dentro y fuera del colegio debe ser la de un niño y no una jornada laboral con horas extras por las tardes.
Estos profesores deben cambiar los gritos por la comprensión, las órdenes por indicaciones, pasar de ser el jefe a ser un guía, de ser inaccesible a ser receptivo, las amenazas por consejos, la impaciencia por la paciencia, la imposición por la proposición y la autoridad por respeto.
Entender, en definitiva, que el aprendizaje debe ser recíproco. El profesor no debe ser la figura absoluta de la sabiduría. Quizá en la Edad Media pero no en el siglo XXI.
Tienen que comprender que el centro educativo es su lugar de trabajo y su labor se encuentra más allá de las paredes de su aula. Que la vida de cada alumno es la misma dentro y fuera del colegio. Saber que cada día es diferente porque están educando personas y no arengando a una cuadrilla de peones.
Todo esto no ha cambiado a lo largo de los años por la vagancia y la pereza de los profesores. Por no querer seguir aprendiendo y evolucionar como profesores. Creer que en el momento que ya ejercen no tienen que hacer nada más. Así acaban convirtiéndose en profesores ineptos incapaces de digerir las dificultades que conlleva la educación de unos niños.
Sabiendo en el siglo que nos encontramos, con todo lo que ello conlleva y nos puede ofrecer, esperemos que estos profesores despierten de ese banal letargo y evolucionen todos en favor de los alumnos. Los alumnos son los importantes y los profesores se hacen importantes cuando cumplen con su cometido.
Estoy de acuerdo totalmente ,yo tengo 52años y me toco vivir la esperiencia de la ineptitud de algún que otro profesora que servían más para jefe de estado que enseñar a niñas de 3°de EGB por las voces ,el genio y las bofetadas que daba y el ser hija de tal o cual persona eso era el no va más por lo cual si tu padre era un obrero etc entonces los privilegios no esistian existían ,Jamas recuerdo que se hubieran ausentado para hacer cursos u otra clase se formación que repercutiera en nosotros sus alumnos ,puesto que sin duda lo hubieran comentado en clase .Hay muchos de ka vieja escuela que jamas tenían que haber ejercido y sin contar que no le calleras mal entonces estabas perdida.
ResponderEliminarEsta mañana me ha tocado sustituir en mi instituto de secundaria a una compañera profesora que estaba haciendo un examen en la UNED, he entrado en su clase de 1 ESO con 33 chavales, he intentado durante mas de 5 minutos que alguien respondiera a mi saludo de "buenos días" sin conseguirlo les he repartido los ejercicios que mi compañera había dejado para que hicieran en clase, sólo la mitad de los alumnos han sacado sus cuadernos para empezar a trabajar. El resto simplemente me ha ignorado. Me he acercado a un alumno que estaba sentado a menos de un metro de mi dándome la espalda y que ni siquiera había abierto su mochila y le he preguntado ¿por qué no sacas el cuaderno y lo intentas? a lo que me ha respondido "vete a la mierda y déjame en paz"... después de esto se me han acabado las ganas de seguir preguntando a ninguno de ellos. Debe ser que ando ciega, pero no he visto miradas de admiración, ni de respeto en ninguno de ellos.
ResponderEliminarNo puedo estar más en desacuerdo con el artículo que nos publicas. Yo lo que puedo apreciar es que cada vez hay menos profesores del tipo que dice "La PIzarra al Revés".
ResponderEliminarNo obstante, leed la participación de Victoria y pensad qué se puede hacer ante esas situaciones. A veces hay que ser seria,dar órdenes e imponer una autoridad que cada vez se nos quita más y más.
También debería reclamarse respeto para el profesor en las aulas. Y mirad que no digo admiración, únicamente respeto. Con eso todo iría mucho mejor.
Quisiera que leyerais con atención lo que se ha escrito en esta entrada.
ResponderEliminarNo es una crítica a la docencia, sino a un método o un estilo... ni mucho menos se está hablando de que sea sencillo, ni que todo el alumnado que se tenga delante sean precisamente "un@s sant@s"... cada cual viene también de su propia casa con su madre y su padre.
Siento la experiencia de Victoria, y desde luego este tipo de situaciones simplemente no deberían suceder en un aula (y no se deberían consentir). Entiendo que las palabras que has escrito lo has hecho desde la emotividad que te ha generado esa experiencia tan negativa... pero me imagino que no será la tónica habitual, porque de lo contrario, tampoco hubieses elegido ejercer tu profesión.
Ha de reclamarse respeto, sí. Pero no solamente hacia el profesor, sino en general. Porque de la misma forma que podéis contar historias acerca de la falta de respeto que poseen algun@s alumn@s, yo también podría ponerte infinidad de ejemplos y exponerte casos reales que han sucedido y siguen sucediendo a diario en las aulas españolas hacia ciert@s alumn@s. Y eso... tampoco se debería consentir.
El respeto no se debe reclamar, hay que ganárselo. Yo he realizado sustituciones y me he encontrado clases así. No se puede tirar la toalla y quejarse simplemente. Yo intento averiguar la razón de su actitud, dándoles confianza y la oportunidad de que hablen. A veces es mejor aparcar los ejercicios, escuchar y averiguar qué necesitan de verdad para motivarles. Detrás de su actitud suele haber decepción, enfado y frustración. Muchas veces por algún profesor, por varios o por el sistema. Tenemos que reconocer que a veces fallamos y que muchos no debieran estar ahí. Hay gente que sabe mucho pero que no sabe motivar ni enseñar. Seamos honestos y dejemos el corporativismo a los médicos que bastante sufrimos con ellos cuando no nos escuchan y nos convencen de que todo es normal cuando nos encontramos fatal. Escuchemos más
ResponderEliminarEstupenda entrada!!!Me ha encantado
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo, aunque quisiera que la realidad fuera diferente, todavía se encuentra este tipo de practica docente cavernicola. Los docentes debemos ser el modelo a seguir para bien, formar generaciones con valores, conocimientos, ganas de seguir aprendiendo y sobre todo personas criticas en su vida cotidiana. Ojala algún día se puedan erradicar esas practicas y darnos cuenta como maestros que tenemos en nuestras manos seres humanos que moldear, y no arcilla que se puede moldear y deshacer las veces que no quede bien hecha la vasija.
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