En España estamos en periodo estival. Vivimos como nación momentos difíciles fruto de una mala gestión gubernamental (actual y pasada), que está dando como resultado la aplicación de recortes y rescates externos (que por mucho que se empeñen, a mí me sigue evocando la noción de “secuestro”) o lo que es lo mismo subidas que exprimen a cada ciudadan@ y bajadas en la calidad de vida. Las noticias versan sobre el estado de los mercados y economías, pero con demasiada facilidad se vuelve a olvidar el lado más importante y relevante en todo este tema: las personas a las que afecta, sus sentimientos de impotencia, de tristeza, desesperanza y angustia generados por la incertidumbre de si conservarán su puesto de trabajo el mes que viene, si encontrarán empleo una vez perdido, si podrán pagar la hipoteca y mantener el derecho a una vivienda digna… y quizás el más angustioso de todos: poder ofrecer un futuro de prosperidad a l@s hij@s (incluyendo su salud y por supuesto educación).
Y quisiera ser optimista acerca de la posibilidad de mejora de esta situación en un futuro cercano, pero no puedo. Mucho tendría que cambiar el ser humano y su estado "civilizado" para que llegase ese cambio y mis ojos lo vean. No por ello deseo abandonar la lucha, al contrario, más me urge a mantenerme en pie de guerra (especialmente la dialéctica).
Quizá por eso, hasta que este tipo de problemáticas se solucionen, no va a llegar el cambio que las familias en las que la alta capacidad está presente en nuestras vidas estamos pidiendo (cada una con sus matices, por supuesto, he ahí la famosa "heterogeneidad" de la que tanto se habla).
Y es que la sociedad adolece de un concepto que, paradójicamente, debería venir implícito en nuestro funcionamiento, y que es la noción de HUMANIDAD. En su sentido más amplio: corazón, sentimiento, empatía, autoconcepto y autoestima. Una sociedad, en definitiva, donde importen más cada una de las personas que la componen que el provecho "social" que podamos extraer de ellas.
Digo esto en este momento con conocimiento de causa. Empezaba aludiendo al momento estival, y el motivo fundamental de ello es la oportunidad que me da de implementar mi formación en el tema de las altas capacidades, aunque no solo desde la autoformación (hecho que recientemente estoy experimentando y por cierto me encanta), sino también poder tener la oportunidad de escuchar a otras personas, algunas de ellas consideradas auténticas eminencias en este campo... y que conste que desde mi opinión, unas con una fama absolutamente merecida, y otras... en fin, como hubiese dicho un@ maestr@ en mi época estudiantil, de "Necesita Mejorar".
Me estoy llevando una impresión general un tanto ambigua al respecto: siempre va a haber nuevo conocimiento desconocido que entra y se acomoda, ideas que cambian fruto de las aportaciones externas y el trabajo de reflexión interno, y otras ideas que se mantienen y refuerzan, especialmente después de haber tenido la oportunidad de conocer a personas con las que poder compartir experiencias e impresiones que van más allá del ámbito más puramente académico, por la cercanía que da el estar sentados al lado, como ha sido el caso más reciente en La Rioja. Personas maravillosas con las que se habla, a las que se apoya y se recibe apoyo, que sin necesidad de poseer un nombre reconocido a nivel académico y/o institucional, están empapadas de auténtico conocimiento de lo que realmente implica poseer alta capacidad o de convivir con ella. Cómo no... somos las personas, las familias. Ese es el lado más humano y especial de todo este, llamémosle, fenómeno. Este es el aspecto conceptual, que algunos teóricos deberían de molestarse en conocer en auténtica profundidad, desterrando prejuicios como que "madres y padres sobre-estimulamos a nuestr@s hij@s desde edades tempranas y por ello hay tanto "falso positivo" o "fraude", especialmente por encontrarse dedicad@s a profesiones vinculadas a la enseñanza". No es una frase inventada. Ha sido real.
Teóricos preocupados por evitar el fraude. Y yo me pregunto ¿fraude en qué?
Porque sinceramente, yo sí que me siento defraudada al escuchar a todas estas personas que hablan de algo que en realidad desconocen de manera tan profunda cuando la realidad nos viene plasmando, que no tienen ni idea al desatender el aspecto emocional y afectivo. Parece como si emitiesen una descripción vista desde arriba, desde un púlpito que les permite hacer observaciones de tod@s aquell@s que nos hallamos debajo, pero que nunca llegan a bajar al nivel del suelo para vivir en primera persona ese fenómeno al que tantas horas han pasado observando. Quizá por eso hay teorías mejores y otras peores, cierto, pero también lo es que no me siento representada en muchas de ellas.
Lo que nos acaba convirtiendo en humanos no solo es la capacidad de razocinio, sino la de poseer sentimientos. Tengo por eso pendiente poder escuchar la conferencia "Cómo son, cómo se sienten" sobre los niños y niñas de alta capacidad. De momento no tengo posibilidad de ir a Huelva, pero todo se hará.... al fin y al cabo, nunca será tarde si la dicha es buena :-)
Me alegró tener la oportunidad en Donostia escuchar a Dña. Izaskun Etxebarria hablar de sus conclusiones sobre el aspecto emocional en la alta capacidad después de haberse zambullido en ella a través de las personas directamente implicadas (tanto que escuchar su intervención me emocionó profundamente). Y me alegró de la misma forma en La Rioja escuchar cómo la profesora Luz Pérez habló de la práctica en la escuela, poniendo ejemplos de qué se puede hacer y de hecho se hace. Hablando también de la importancia que tenemos padres y madres en la DETECCIÓN de la alta capacidad. Y no fue la única persona que mantuvo esta afirmación, de hecho, traspasa fronteras: la propia Joyce Van-Tassel Baska hizo no solo mención sino también hincapié en este aspecto.
Y es curioso, porque suele ser más probable llevar a cabo la detección (o en todo caso poseer una fuerte sospecha) cuando lo observamos en nuestr@s hij@s que incluso cuando hablamos de la propia detección en un@ mism@. Por otro lado, no es de extrañar en absoluto, porque en la alta capacidad intelectual, no solo hay un gran cerebro que funciona de manera espectacular a nivel cognitivo, sino que hay un gran corazón que hace que se mueva no solo el organismo particular, sino también el mundo. Al menos "nuestro" mundo.
Ha de cambiar el paradigma, la base teórica (y altamente prejuiciosa en la actualidad) que mantiene gran parte del trabajo (o ausencia del mismo) que hoy en día se viene llevando a cabo en los centros escolares y desde las administraciones. Tengo un deseo profundo de que llegue el momento en el que a la hora de exponer QUÉ PIENSA, QUÉ SIENTE y QUÉ NECESITA una persona con alta capacidad intelectual, en lugar de pasarle un test (estandarizado, previamente adaptado, objetivo y con alto grado de fiabilidad y validez), simplemente, el investigador se siente al lado de esta persona, le mire a los ojos y se lo pregunte de manera directa... y por supuesto, que se esfuerce en escuchar lo que tiene que contar.
Y quisiera ser optimista acerca de la posibilidad de mejora de esta situación en un futuro cercano, pero no puedo. Mucho tendría que cambiar el ser humano y su estado "civilizado" para que llegase ese cambio y mis ojos lo vean. No por ello deseo abandonar la lucha, al contrario, más me urge a mantenerme en pie de guerra (especialmente la dialéctica).
Quizá por eso, hasta que este tipo de problemáticas se solucionen, no va a llegar el cambio que las familias en las que la alta capacidad está presente en nuestras vidas estamos pidiendo (cada una con sus matices, por supuesto, he ahí la famosa "heterogeneidad" de la que tanto se habla).
Y es que la sociedad adolece de un concepto que, paradójicamente, debería venir implícito en nuestro funcionamiento, y que es la noción de HUMANIDAD. En su sentido más amplio: corazón, sentimiento, empatía, autoconcepto y autoestima. Una sociedad, en definitiva, donde importen más cada una de las personas que la componen que el provecho "social" que podamos extraer de ellas.
Digo esto en este momento con conocimiento de causa. Empezaba aludiendo al momento estival, y el motivo fundamental de ello es la oportunidad que me da de implementar mi formación en el tema de las altas capacidades, aunque no solo desde la autoformación (hecho que recientemente estoy experimentando y por cierto me encanta), sino también poder tener la oportunidad de escuchar a otras personas, algunas de ellas consideradas auténticas eminencias en este campo... y que conste que desde mi opinión, unas con una fama absolutamente merecida, y otras... en fin, como hubiese dicho un@ maestr@ en mi época estudiantil, de "Necesita Mejorar".
Me estoy llevando una impresión general un tanto ambigua al respecto: siempre va a haber nuevo conocimiento desconocido que entra y se acomoda, ideas que cambian fruto de las aportaciones externas y el trabajo de reflexión interno, y otras ideas que se mantienen y refuerzan, especialmente después de haber tenido la oportunidad de conocer a personas con las que poder compartir experiencias e impresiones que van más allá del ámbito más puramente académico, por la cercanía que da el estar sentados al lado, como ha sido el caso más reciente en La Rioja. Personas maravillosas con las que se habla, a las que se apoya y se recibe apoyo, que sin necesidad de poseer un nombre reconocido a nivel académico y/o institucional, están empapadas de auténtico conocimiento de lo que realmente implica poseer alta capacidad o de convivir con ella. Cómo no... somos las personas, las familias. Ese es el lado más humano y especial de todo este, llamémosle, fenómeno. Este es el aspecto conceptual, que algunos teóricos deberían de molestarse en conocer en auténtica profundidad, desterrando prejuicios como que "madres y padres sobre-estimulamos a nuestr@s hij@s desde edades tempranas y por ello hay tanto "falso positivo" o "fraude", especialmente por encontrarse dedicad@s a profesiones vinculadas a la enseñanza". No es una frase inventada. Ha sido real.
Teóricos preocupados por evitar el fraude. Y yo me pregunto ¿fraude en qué?
Porque sinceramente, yo sí que me siento defraudada al escuchar a todas estas personas que hablan de algo que en realidad desconocen de manera tan profunda cuando la realidad nos viene plasmando, que no tienen ni idea al desatender el aspecto emocional y afectivo. Parece como si emitiesen una descripción vista desde arriba, desde un púlpito que les permite hacer observaciones de tod@s aquell@s que nos hallamos debajo, pero que nunca llegan a bajar al nivel del suelo para vivir en primera persona ese fenómeno al que tantas horas han pasado observando. Quizá por eso hay teorías mejores y otras peores, cierto, pero también lo es que no me siento representada en muchas de ellas.
Lo que nos acaba convirtiendo en humanos no solo es la capacidad de razocinio, sino la de poseer sentimientos. Tengo por eso pendiente poder escuchar la conferencia "Cómo son, cómo se sienten" sobre los niños y niñas de alta capacidad. De momento no tengo posibilidad de ir a Huelva, pero todo se hará.... al fin y al cabo, nunca será tarde si la dicha es buena :-)
Me alegró tener la oportunidad en Donostia escuchar a Dña. Izaskun Etxebarria hablar de sus conclusiones sobre el aspecto emocional en la alta capacidad después de haberse zambullido en ella a través de las personas directamente implicadas (tanto que escuchar su intervención me emocionó profundamente). Y me alegró de la misma forma en La Rioja escuchar cómo la profesora Luz Pérez habló de la práctica en la escuela, poniendo ejemplos de qué se puede hacer y de hecho se hace. Hablando también de la importancia que tenemos padres y madres en la DETECCIÓN de la alta capacidad. Y no fue la única persona que mantuvo esta afirmación, de hecho, traspasa fronteras: la propia Joyce Van-Tassel Baska hizo no solo mención sino también hincapié en este aspecto.
Y es curioso, porque suele ser más probable llevar a cabo la detección (o en todo caso poseer una fuerte sospecha) cuando lo observamos en nuestr@s hij@s que incluso cuando hablamos de la propia detección en un@ mism@. Por otro lado, no es de extrañar en absoluto, porque en la alta capacidad intelectual, no solo hay un gran cerebro que funciona de manera espectacular a nivel cognitivo, sino que hay un gran corazón que hace que se mueva no solo el organismo particular, sino también el mundo. Al menos "nuestro" mundo.
Ha de cambiar el paradigma, la base teórica (y altamente prejuiciosa en la actualidad) que mantiene gran parte del trabajo (o ausencia del mismo) que hoy en día se viene llevando a cabo en los centros escolares y desde las administraciones. Tengo un deseo profundo de que llegue el momento en el que a la hora de exponer QUÉ PIENSA, QUÉ SIENTE y QUÉ NECESITA una persona con alta capacidad intelectual, en lugar de pasarle un test (estandarizado, previamente adaptado, objetivo y con alto grado de fiabilidad y validez), simplemente, el investigador se siente al lado de esta persona, le mire a los ojos y se lo pregunte de manera directa... y por supuesto, que se esfuerce en escuchar lo que tiene que contar.
Si hay algo que caracteriza a los superdotados o niños de alta capacidad y siempre se dice también es su alta sensibilidad, algo que les hace sufrir en el mundo en qué vivimos pero que, si nos dejáramos abrir un poco los ojos por ellos nos ayudaría a vivir en un mundo mejor, porque no sólo de cabeza vive el hombre, nos llena más el corazón.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta entrada así que a compartirla ;)
Lo que más pena me da es cómo ciertos profesionales se han olvidado que para ejercer bien su oficio, por encima de tesis y supuestas explicaciones teóricas y objetivas, está el ejercicio de la capacidad de empatía. Sin ella, las descripciones que hagan pueden tener muchas palabras, pero estar totalmente vacías de contenido.
EliminarMe alegra que te haya gustado, Pauline. Intuyo por las entradas de tu blog que compartimos más cosas, a parte de ciertos posts de nuestros blogs :-)
¡Un beso!
Sonia, siempre tan acertada en tus comentarios, poniendo palabras a sensaciones e impresiones que muchos compartimos contigo. Un abrazo desde Donosti.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Begoña! :-)
EliminarLas sensaciones e impresiones se hacen aún más grandes cuando además pueden ser compartidas.
¡¡Besazos asturianos!!
Comparto y ya sabes que coincido !!!! Besos, besos...
ResponderEliminarHola Sonia, de vez en cuando sigo visitando los blogs y páginas que comparto como "mías". Y gratamente me ha sorprendido esta entrada, en la que veo como inhalas para el saber general una reivindicación antigua entre los "seres" altamente capacitados, o más bien de una extraña sensación de extraños, aunque sea redundante". Es muy difícil conciliar la humanidad como noción, en una humanidad, otra vez redundante, en la que este concepto se perdió hace mucho tiempo, sobre todo después de nuestra mal llamada era de la industrialización, yo diría más bien destrucción, del hombre, del planeta... Al igual que queremos hacer que un perro no ladre, que un gato no arañe, o un río no inunde una tierra que lleva siglos haciéndolo. Queremos controlar a nuestros congéneres, a todas las escalas y a cualquier coste humano, queremos que el de al lado sea como yo, o como me interese. Uno de las mayores dificultades que tienen las jerarquías con los "AC" es que suelen saber lo que quieren y no se dejan llevar... así hasta que se hartan, revelan o frustran, que es cuando empiezan los estudios... Estamos en una sociedad etiquetadora y "racista" pues han sacado de la manga nuevas razas del ser humano, los tdah, los bipolares, los ac, los depresivos.... Una pena y una vergüenza por supuesto humana.
ResponderEliminarSonia, gracias...
Te dejo dos fragmentos de Carolina Coronado…
Mas, al fijar la perspicaz mirada
en esa sociedad, cuya existencia
ha menester de intérprete a la ciencia
para ser comprendida y revelada;
afligida sintiendo y fatigada,
acaso tu sencilla inteligencia,
rechazarás el mundo con enojos
y hacia mi valle tornarás los ojos.
¿Qué bien hiciera aquí?... ¿dar a estos seres
de paz y dicha y libertad lecciones?
¿Inspirar a las tórtolas pasiones
o a las hormigas enseñar deberes?...
Ve con tan noble empresa a las mujeres
que muestran los llagados corazones,
y de ese ardiente celo el bello fruto
dale a la humanidad, por buen tributo.