Somos una especie animal un tanto extraña. Tenemos tanto empeño en destacar con respecto al resto de las especies animales, desmarcarnos con respecto a ellas, que acabamos cayendo en el error de crear necesidades que realmente no lo son como tal. Y acabamos convenciéndonos de que esas "necesidades" creadas pueden acabar siendo mejor que las propiamente humanas. Imaginémonos, por ejemplo, cómo en nuestra cultura hay un amplio porcentaje de personas que están plenamente convencidas que a nuestras crías, nuestros bebés, nuestra propia leche, la "diseñada" por nuestra propia naturaleza, puede ser perjudicial. Incluso nos llegamos a convencer de la importancia de otro tipo de objetos en verdad innecesarios, como el chupete, el tacatá, los mordedores,...
Y lo que es peor aún: nos hemos acostumbrado a domesticar a otras especies en propio beneficio, lo cual no tiene por qué ser necesariamente negativo. Sólo cuando nos autoproclamamos superiores al resto, colocándonos en la cúspide de una pirámide diseñada, cómo no, por nosotros mismos. Pero aunque se pueda tener la ilusión de ser "superiores", lo cierto es que también somos una especie única en cuanto a ciertas cuesiones, como la homofobia.
En ese empeño por domesticar, pasamos por alto un aspecto fundamental: la confusión entre "educar" y "amaestrar", e incluso "domar". De esta forma, nos acabamos encontrando que se pone freno a la naturaleza, a las necesidades vitales reales, pero al mismo tiempo se exige que esas necesidades queden satisfechas... caótico, singular, extraño, un sin-sentido. Ese es el resultado de exigir alzar el vuelo al ave, al tiempo que se le corta las alas.
Hace unos pocos días que leí en el blog de ARETÉ esta hermosa y muy recomendable metáfora, especialmente para seguir trabajando la comprensión del intelecto humano y más concretamente para continuar ahondando más en cuáles son las necesidades reales de las personas con alta capacidad intelectual, y del absurdo generado entorno suyo.
Y lo que es peor aún: nos hemos acostumbrado a domesticar a otras especies en propio beneficio, lo cual no tiene por qué ser necesariamente negativo. Sólo cuando nos autoproclamamos superiores al resto, colocándonos en la cúspide de una pirámide diseñada, cómo no, por nosotros mismos. Pero aunque se pueda tener la ilusión de ser "superiores", lo cierto es que también somos una especie única en cuanto a ciertas cuesiones, como la homofobia.
En ese empeño por domesticar, pasamos por alto un aspecto fundamental: la confusión entre "educar" y "amaestrar", e incluso "domar". De esta forma, nos acabamos encontrando que se pone freno a la naturaleza, a las necesidades vitales reales, pero al mismo tiempo se exige que esas necesidades queden satisfechas... caótico, singular, extraño, un sin-sentido. Ese es el resultado de exigir alzar el vuelo al ave, al tiempo que se le corta las alas.
Hace unos pocos días que leí en el blog de ARETÉ esta hermosa y muy recomendable metáfora, especialmente para seguir trabajando la comprensión del intelecto humano y más concretamente para continuar ahondando más en cuáles son las necesidades reales de las personas con alta capacidad intelectual, y del absurdo generado entorno suyo.
¿ES UN GUEPARDO?, por
Stephanie S. Tolan (1996)
Es un momento difícil para enseñar o ser un niño de
altas capacidades. Dado que el término “altamente dotado” y la capacidad
intelectual a la que dicho término hace referencia se está convirtiendo en algo
cada vez más políticamente incorrecto, el sistema educativo va modificando la
terminología que a ello se refiere y en consecuencia su enfoque sobre el mismo.
La superdotación, como una capacidad integral y
global, puede ser apartada, sustituida por talentos fragmentados que siempre
resultan menos amenazantes para la escuela y teóricamente más fáciles de
afrontar. En vez de una realidad evolutiva interna que afecta a cada aspecto de
la vida del niño, el talento intelectual se percibe cada vez más como “sinónimo
de” y “limitado a” talento académico.
El niño que va bien en el colegio, saca buenas notas,
gana premios y progresa por encima de lo “normal” para su edad, se considera
talentoso. El niño que no se ajusta a ese perfil, con independencia de sus
capacidades intelectuales innatas y su nivel de desarrollo, tiene cada vez
menos probabilidades de ser identificado y atendido como tal.
La metáfora del guepardo puede ayudarnos a
aproximarnos al problema. El guepardo es el animal más veloz de la tierra.
Cuando pensamos en los guepardos lo primero que nos viene a la cabeza como un
flash es su velocidad. Es impresionante. Es única. Y nos permite realizar su
identificación muy rápidamente. Puesto que los guepardos son los únicos
animales que pueden correr a 70 km/h, si ves a un animal corriendo a esa
velocidad...¡ES UN GUEPARDO!
Pero los guepardos no siempre están corriendo. De
hecho, sólo son capaces de mantener esa velocidad punta por un tiempo limitado,
después del cual necesitan un largo período de descanso.
Sin embargo, no es difícil identificarlos cuando no
corren gracias al resto de sus características. El guepardo es dorado con manchas
negras, como el leopardo, aunque posee unas marcas únicas en su rostro que
salen de sus ojos hacia abajo (marcas de lágrima). Su cabeza es pequeña, su
cuerpo flaco, sus patas anormalmente largas. Posee características muy críticas
para ser un corredor. Es el único miembro de la familia felina que carece de
garras retráctiles. El resto de felinos cuidan y afilan sus garras retráctiles
para mantenerlas en buen estado, como si fueran cuchillas envueltas en una
vaina. En cambio, las garras del guepardo no están diseñadas para cortar, sino
para procurarse tracción y darse impulso. Es un animal biológicamente diseñado
para correr.
Su principal alimento es el antílope, un corredor
prodigioso. El antílope no es grande ni pesado, así que el guepardo no necesita
ni fuerza ni corpulencia para atraparlo, sólo velocidad. Lo atrapa en carrera
sometiéndolo hacia abajo. Además de ser práctico, el diseño natural del
guepardo le proporciona una energía interna muy poderosa. El guepardo necesita
correr.
A pesar de su diseño, además se necesitan ciertas
condiciones para que el guepardo alcance su famosa velocidad punta de 70 km/h.
Tiene que estar bien desarrollado, en buenas condiciones de salud, en buena
forma y bien descansado. El guepardo debe tener muchísimo espacio para correr.
Por supuesto, estará más y mejor motivado para correr cuando esté hambriento y
haya antílopes que cazar.
¿SEGUIRÁ SIENDO UN GUEPARDO? Si un
guepardo está encerrado en una celda de 10x12 pies, aunque le veamos arrojarse
plácidamente contra los barrotes, se encontrará inmerso en una frustración sin
fin y no podrá correr a 70 km/h.
¿SEGUIRÁ SIENDO UN GUEPARDO? Si un
guepardo solo tiene que correr a 20 km/h para perseguir conejos para comer, no
correrá 70 km/h para cazar. Si lo hicera, adelantaría a su presa como un rayo y
seguría hambriento! Por mucho que debiera correr para mantenerse en forma y
desarrollar sus potencialidades innatas, si solo se le facilitan conejos, el
guepardo solo correrá lo suficiente como para cazar conejos.
¿SEGUIRÁ SIENDO UN GUEPARDO? Si el
guepardo es alimentado con comida en un zoo, no correrá para nada.
¿SEGUIRÁ SIENDO UN GUEPARDO? Si el
guepardo está enfermo o tiene sus patas rotas, no correrá nunca más.
¿SEGUIRÁ SIENDO UN GUEPARDO? Finalmente,
si un guepardo solo tiene seis semanas de edad, todavía no podrá correr a 70
km/h.
PERO ENTONCES, ¿SEGUIRÁ SIENDO GUEPARDO AUNQUE SOLO
SEA EN POTENCIA? Un sistema educativo que define el talento o la
superdotación en términos de comportamiento, logros y rendimiento verá
comprometida su capacidad para reconocer a sus alumnos altamente dotados, así
como su capacidad de ofrecerles lo que necesitan, del mismo modo que un
zoológico no podrá reconocer y cuidar a sus guepardos si sólo intentan
identificarlos por la velocidad (en el zoológico el guepardo, obviamente, no
puede demostrarla). Cuando un guepardo corre a 70 km/h no es que se muestre
como un guepardo “especial”. Lo que hace es algo que ningún otro felino es
capaz de hacer, pero sí lo que haría cualquier otro guepardo.
Respecto a los leones, los tigres y los leopardos
(como para cualquiera de los grandes felinos), las cualidades biológicas del
guepardo podrían incluso ser calificadas de “deformidades”. En vez de parecer
el felino perfecto, el mejor de los felinos, se asemeja más a un gato
cualquiera. Carece de envergadura suficiente para echar a bajo una bestia,
carece de garras retráctiles para atemorizar a una presa grande. Pero dada su
tendencia a la actividad, si lo comparamos con los gatos normales, a los que
les encanta dormitar al sol, el guepardo bien podría ser etiquetado de
hiperactivo.
Como los guepardos, los niños altamente dotados pueden
ser fácilmente identificados. Si un niño aprende por sí mismo Griego a los
cinco años, lee a los seis años como un niño de dos cursos por encima y hace
cálculos precozmente, podemos suponer con bastante seguridad que se trata de un
niño altamente dotado.
Aunque la gente pueda ver esas actividades como un
logro del niño, no se trata realmente de un logro como tal, sino de algo que el
niño hace con normalidad de acuerdo a su propio diseño biológico y su capacidad
mental innata. Este niño necesitará que le ofrezcan espacio para correr y algo
por lo que correr. Se encuentra bien, saludable, y no tiene sus capacidades
“mermadas” o “lisiadas”. En principio, no ofrece conocimiento sobre las
características de los niños altamente dotados para reconocerlo como tal.
Sin embargo, las escuelas para los niños
extraordinariamente inteligentes son como los zoológicos para los guepardos.
Muchas escuelas ofrecen jaulas de 10x12pies, pero no espacio suficiente para
que esas mentes tan atípicas o inusuales puedan alcanzar su velocidad punta.
Muchos niños de altas capacidades están sentados en clase igual que los grandes
felinos lo hacen en sus jaulas del zoo, con ojos de aburrimiento y en silencio.
Algunos de estos niños, incapaces de soportar su instinto interior incluso
cuando no se les permite ejercitarlo, gruñen y arremeten contra sus cuidadores o
se lanzan contra los barrotes hasta hacerse daño a sí mismos.
Incluso las escuelas abiertas y de enriquecimiento son
como un medio ambiente artificial semejante al que encuentra el guepardo en
zoológicos abiertos, que le permiten correr de forma moderada, pero no tanto
como necesita un guepardo en crecimiento, para desarrollar la musculatura y la
estamina que requiere para ser un veloz corredor que pueda alcanzar los 70km/h.
Los niños enjaulados o encerrados, da igual lo brillantes que sean, no pueden mostrarse
como niños altamente capacitados. Les impiden ejercitar sus mentes durante
demasiado tiempo, estos niños no podrán nunca ser capaces de alcanzar el nivel
de funcionamiento mental para el cual están dotados.
Un zoológico, por mucho espacio que proporcione a sus
guepardos, no les permite alimentarse con antílopes, no les permite correr para
cazar ni tampoco les concede sentirse hambrientos. De forma similar, las
escuelas proveen muy pocas ocasiones para el desarrollo de las mentes
extraordinarias. Incluso cuando se les facilite un programa de enriquecimiento,
su equivalencia intelectual para estos niños es como si al guepardo le
concedieran en el zoo cazar conejos a 20km/h (...) Sin un programa educativo
especial, lo que hacen las escuelas con estos niños es darles el equivalente
académico al alimento del zoo, comida que no requiere ningún esfuerzo para ser
conseguida. Algunos niños de altas capacidades rehúsan formar parte de esos
programas de enriquecimiento por considerarlos comida muerta y carente de
interés.
Para desarrollar no solo la habilidad física sino
además las estrategias para atrapar antílopes en el medio salvaje, un guepardo
necesita antílopes a los que poder perseguir, espacio para perseguirlos y un
modelo de guepardo del que poder aprender cómo se hace. Sin instrucción y
práctica, los guepardos son incapaces de poder aprender destrezas esenciales de
supervivencia.
Un reciente documental de naturaleza sobre guepardos
en un país de leones mostraba una curiosa realidad salvaje. Los leones matan
cachorros de guepardo. No lo hacen para comérselos, los matan sin más. Los
leones llegan a trabajar muy duro para encontrarlos y matarlos (a pesar de que
los guepardos no supongan para ellos ninguna amenaza a su supervivencia). ¿Se
debe esto a la maldad? ¿Es puro recreo? Nadie lo sabe. Sólo se sabe que los
leones lo hacen. Las madres guepardo tienen que ocultar sus guaridas y realizar
enormes esfuerzos para proteger a sus crías, yendo y viniendo hacia la guarida
exponiéndose a la desprotección, en medio de la noche o cuando los leones están
alejados. Muchos niños superdotados y sus familias a menudo se sienten como
guepardos en un territorio de leones.
En algunas escuelas, a los niños brillantes les hacen
hacer cosas para las que no fueron diseñados para hacer (del mismo modo que si
al guepardo le obligas a estar atento para cazar una bestia salvaje sirviéndose
solo de sus garras...a fin de cuentas, los leones pueden hacerlo!!), mientras
que los atributos que sí son un aspecto natural de su inusual capacidad mental
-intensidad, pasión, alta energía, independencia, razonamiento moral,
curiosidad, humor, intereses inusuales y persistencia en la verdad y el rigor-
son considerados problemas que han de ser “enderezados”.
Los niños brillantes pueden sentirse rodeados de
leones que se se divierten con ellos y les evitan por sus diferencias, que
pueden incluso llegar a partirles las piernas o “drogarlos” para obligarles a
ser lentosde movimientos, mientras que el resto, los leones, pacen
tranquilamente. ¿No sería extraño que pudieran intentar escapar, que pudieran
disfrazarse de leones sin ser descubiertos, que pudieran intentar luchar?
Pero esta metáfora del guepardo, como cualquier otra,
se desvanece, no sirve. Los niños de altas capacidades no tienen marcas en el
cuerpo ni garras no retráctiles a través de las cuales ser identificados cuando
no se les deja realizarse. Además, la habilidad del guepardo para alcanzar la
velocidad de 70 km/h es una marca tan evidente y única que podría ser
fácilmente “registrable”. Los niños de altas capacidades son muy diferentes de
los demás, no hay una única/sola capacidad que buscar para identificarlos
cuando se están desenvolviendo y realizando tal cual son. Más aún, un niño de
altas capacidades puede estar fuera de la definición académica universal de
logro y así ser totalmente irreconocible. Esta verdad puede que salve a algunos
niños de ser matados por los leones traicioneros, pero también les aleja de ser
reconocidos por lo que son- niños con profundas e innatas diferencias, tan
evidentes como las que existen entre los guepardos y otros grandes felinos.
Que no puedan ser identificados al instante no
significa que no existan medios para hacerlo. Esto significa que se necesitan
más tiempo y esfuerzo para llevar a cabo su identificación. Los educadores
pueden aprender los atributos de una inteligencia fuera de lo normal y cómo
observarlos muy de cerca en casos individuales. Los educadores pueden detectar
que los niños de altas capacidades pueden hacer cosas que otros niños no pueden
hacer, pero también que hay tareas que otros niños sí pueden hacer y los niños
de altas capacidades no.
Cada organismo posee unas instrucciones internas para
completar su diseño biológico. La misma verdad es aplicable a los niños
inusualmente talentosos. De vez en cuando los barrotes de la jaula tienen que
ser abiertos, la comida del zoológico, tan barata como es, debe dar paso, al
menos alguna vez, a alguna presa que suponga un desafío mental. Pero más allá
de esto, las escuelas deben plantearse que es importante hacer el esfuerzo, que
estos niños no sólo tienen las mismas necesidades de protección y cuidado que
el resto de niños, sino que tienen tanto DERECHO como el resto a poder tener
sus necesidades satisfechas.
La biodiversidad es un principio fundamental para la
vida en nuestro planeta. Permite que la vida se adapte o evolucione. En nuestra
cultura, los niños de altas capacidades, como los guepardos, se encuentran en
peligro. Como los guepardos, están aquí por una razón: llenan un nicho
biológico particular en el diseño de la vida. Los zoológicos, con sus
limitaciones, son una forma crítica para mantener la supervivencia de los
guepardos. Muchos hacen verdaderos esfuerzos, sus mejores esfuerzos, para
ofrecer a sus cautivos lo que realmente necesitarían para sobrevivir en el
mundo salvaje. Las escuelas pueden hacer lo mismo por sus alumnos de altas
capacidades.
Hasta que no nos comprometamos en salvar a esos niños,
continuaremos perdiéndolos y con ellos los beneficios que sólo ellos con su
existencia pueden ofrecer a la especie humana, de la cual ellos son una parte
esencial. Es nuestra obligación.
NOTA DE LA AUTORA: Por favor, difundan ampliamente
este artículo si lo encuentran útil. Se apreciará cualquier contribución para
su mejora. Stephanie S. Tolan
TRADUCCIÓN DEL ARTÍCULO ORIGINAL
“Is it a cheetah?”, Discurso ofrecido en la
Conferencia Hollingworth para las Altas Capacidades (1992), Copyright 1995,
Stephanie S. Tolan. Disponible online desde Nov. 2003 en Artículos y Recursos
de SENG-Supporting Emotional Needs of Gifted (Apoyo de las Necesidades
Emocionales de los Superdotados), www.sengifted.org, por Almudena Franco Ayestarán.
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