lunes, 15 de febrero de 2021

SOBRE LA EQUIDAD Y LA JUSTICIA EDUCATIVA EN LAS ALTAS CAPACIDADES

 Sabemos que cada persona con altas capacidades es diferente. Tod@s somos diferentes, lo cual no implica otra cosa más que diversidad y riqueza cultural, de opinión,... una de las grandes maravillas que nos aporta percatarnos que no hay dos personas idénticas, ni aun siendo gemelos monozigóticos y con un ADN idéntico. Sin embargo esto no parece ser algo de lo que todo el mundo se percata, porque sigue existiendo un empeño en homogeneizar, en pulir a todo ser humano siguiendo el mismo patrón mientras se disfraza de justicia social en pro de una supuesta "igualdad de oportunidades".

Pero ¿y si todo el mundo empezara a cuestionarse qué significa "igualdad de oportunidades"??

Empecemos por esta imagen tan ampliamente difundida. Se equiparan diferencias de tamaño físico y cuestiones materiales utilizándolas a modo de metáfora de las cognitivas. Gran error, eso para empezar: se trata de una metáfora ofensivamente demagógica en el momento en el que se supone que es "justo" quitarles a unos para darles más a otros ¿Por qué? Sencilla respuesta. No es comparable el reparto material (una caja, medios económicos, etc.) con el reparto metodológico en materia educativa (medios, metodologías, profesionales, etc.) ¿Le quitaríamos la silla de ruedas a una persona que la necesita para dársela a otro que no porque la primera puede bajar más rápido por una rampa??


Prefiero quedarme con esta segunda imagen obra de @angelica.ch.R y @mipsicologainfantil.

La diferencia del mensaje transmitido entre ambas imágenes puede parecer sutil pero es importante detectarla y cabe la posibilidad de que por algunas personas defensoras de la educación inclusiva, la segunda imagen sea ampliamente criticada por acudir a las etiquetas. Pero también me consta que muchas otras personas defensoras de la inclusividad educativa (entre las que me incluyo), pueden opinar que  necesitamos primero un cambio social inmensamente profundo para poder llegar a la inclusividad plena y justa. Mientras tanto, habrá muchos (demasiados) profesionales que se aprovecharán de la tendencia a no construir "etiquetas" para dejar de lado a aquellas personas especialmente diferentes (porque todas lo somos, pero algunas especialmente más).

Concluyendo, en materia educativa "darles a tod@s lo mismo" NUNCA  ha de suponer "quitarles a un@s para darles a otr@s", o pretender que el alumnado con altas capacidades tenga que "bajar el ritmo" para que los demás no se sientan mal. Esto parece una premisa "muy noble", pero no lo es tanto. Tendemos a equipararlo a la idea de que "si los ricos compartieran sus riquezas con los pobres, existiría mayor justicia social y menos necesidades de un sector de la población quedarían sin cubrir", pero lo cierto es que no son escenarios comparables: lo primero hace alusión a una cuestión en parte material y basada en ocasiones en criterios éticamente cuestionables (¿cómo y a través de qué medios logró el rico su riqueza?); lo segundo hace alusión no a una cuestión exclusivamente adquirida, sino en gran parte innata y que conlleva a su vez una serie de necesidades no siempre relativas a la idea de que tener altas capacidades implica "tener más" o "saber más". Es un tema mucho más complejo y las implicaciones que conllevan las necesidades que el alumnado con AACC tienen más que ver con entender y enfocar la educación de una manera diferente.

¿Os cuento otra anécdota personal? Yo practiqué mucho deporte en mis años mozos jeje. Entre los deportes que practicaba estaba el atletismo y sinceramente, hubo una época en la que no se me daba nada mal. Cuando tenía 13 años, en un un cross de campeonatos escolares que tenía lugar en la Universidad Laboral de Gijón, al comienzo de la carrera, comencé al lado de una compañera de equipo (recuerdo perfectamente su nombre, pero que se dé ella por aludida si en algún momento lo lee) pero cuando llevábamos 1,5 km aproximadamente, yo tenía más resistencia y empecé a adelantarme a ella. En ese momento, empezó a gritar y a llorar mientras me llamaba. Me giré y la vi arrodillada en el suelo con cara de profundo dolor, así que me di la vuelta, apoyé su brazo sobre mi hombro y fui con ella caminando un rato. Le pregunté si quería abandonar, pero dijo que no, que sentía mucho dolor, pero que prefería esperar a ver si se le pasaba. ¡Cierto! Esperó a recuperarse y de repente se suelta de mi hombro y empieza a correr con todas sus fuerzas, obviamente con la intención de dejarme bien atrás. No salía de mi asombro, no podía creer lo que acaba de sucederme. Pero lo que es peor: no fue la primera ni la última vez que me sucedió algo similar a lo largo de toda mi vida. Quien bien te quiere no te va a pedir que bajes el ritmo, sino que se sentirá orgulloso de que le hayas superado, de la misma forma que cada vez que veo a mis hijos crecer y ser más altos que yo, o hacer reflexiones que yo jamás me habría planteado me llena de orgullo. Pero ya no sólo mis hijos, también me suele pasar muchas personas que conozco (quizá por eso no soy capaz de entender que cuando la situación se da a la inversa, no encuentro tantas que me proporcionen apoyo, sino al contrario, parecen estar compitiendo conmigo mientras me han pedido que "baje el ritmo").

¿De dónde he extraído la idea para esta reflexión? Una vez más de buenos compañeros de fatigas de los que aprendo y a los que admiro, en este caso proveniente de AMUACI (Asociación murciana de Altas Capacidades Intelectuales), a través de esta publicación compartida por ellos. ¡GRACIAS siempre por todas vuestras aportaciones! Porque cuando desde los centros educativos se quiere, se puede, tal y como os comenté en esta ocasión (MIS HIJOS, EL APRENDIZAJE Y LA ETAPA COVID).

"Un estudiante superdotado de quinto grado recibió este consejo en su boletín de calificaciones:


"Podrías trabajar en maneras de mostrar paciencia con los demás que no trabajan a tu mismo ritmo rápido..."

Aquí está mi mensaje de hoy: Es inherentemente injusto esperar que el niño superdotado siempre sea el que se adapte.

Como alguien me señaló, "¿Los otros niños recibieron notas en sus boletines de calificaciones sobre trabajar más rápido, así este niño no tenía que sentarse siempre esperando por ellos?"

De alguna manera dudo que eso haya ocurrido.

Esta es la nota que me gustaría poner en cada boletín de calificaciones para niños superdotados en lugar de la nota "sé más paciente con los estudiantes típicos":

Estimado niño inteligente

Gracias por esperar, pacientemente o no, que todos los demás terminen. Sé que tus músculos mentales pueden enfriarse cuando sólo estás contando el tiempo y puede ser difícil empezar inmediatamente de nuevo, así que gracias por eso.

Gracias por recordar traer un libro (grueso) para leer todos los días, con el fin de que puedas matar el tiempo.

Gracias por no gritar con frustración (ya sabes, en voz alta).

Gracias por estar dispuesto a venir a la escuela todos los días, a pesar de que sabes que las probabilidades son que no aprenderás nada más que esperar a que otros terminen, cómo por recordar traer un libro y cómo por no gritar de frustración.

Gracias por estar dispuesto a ayudar a otros, a pesar de que puede ser realmente difícil de explicar algo que, fue intuitivo para ti, a alguien que piensa muy diferente de ti.

Gracias por entender mi sarcasmo. Es sólo otro servicio que ofrezco, y aprecio la mirada de reconocimiento que obtengo de ti. Eres mi compañero de juego.

Gracias por seguir con todo este asunto de la escuela, lleno de esperanzas de que algún día mejorará. Estoy tratando de hacer que eso suceda.

Con amor, Yo

Podría simplemente llorar por esto, porque ni siquiera es raro. Es realidad cuando eres un niño superdotado, y no es justo.

Y no te molestes en escribirme sobre cómo la vida no es justa, bla, bla, bla. Lo sé, pero sigo triste. Estoy triste porque hay millones de niños superdotados para quienes esta es su vida en la escuela - el lugar en el que sus dones cognitivos deberían ser más valorados.

Si eres un maestro, ¿te comprometerás ahora mismo a no enviar nunca esta nota en papel o en persona? Es que no es justo"

Lisa Van Gemert

lunes, 8 de febrero de 2021

TU HIJ@ TIENE ALTAS CAPACIDADES. ¿QUÉ PROFE LE TOCÓ ESTE AÑO? ¿HA HABIDO SUERTE?

 Estas 2 preguntas son las de rigor cada año. Las familias nos las formulamos a principios de curso, estando a la expectativa de "a ver si este año hay suerte....". Y se supone que las que tenemos varios hijos y algunos de ellos ya están en el instituto, sabemos que esa percepción de que la educación formal de nuestros hij@s no se deja de ser una lotería aún se vuelve mucho más fuerte porque se incrementa el número de docentes con libertad para entender la educación como les venga en gana, más allá del vaivén de leyes educativas (tema para otro día).

Que conste que soy muy consciente de las dificultades que todas las personas del mundo estamos atravesando en los momentos actuales, pero por si alguien desea utilizar como recurso los difíciles momentos que atravesamos a causa de la pandemia, voy a contaros una historia personal no relacionada con la educación. Estoy embarazada de nuevo. Sí, " a mis años"; sí, "a pesar de tener ya 3", sí y punto... simplemente porque quiero y me da exactamente igual los juicios externos. Lo cierto es que en mi periplo por otro sistema (el sanitario) también me he encontrado de todo. En los inicios del embarazo tenía algún sangrado leve, con lo que acudí a urgencias. Allí me encontré con alguien a quien no quiero ni siquiera llamarle médico, ni sanitario porque no se merece que se le llame con ningún apelativo que venga a desmerecer tan honorable profesión, así que le voy a llamar simplemente personaje que me hizo una ecografía, me dijo que había latido, que me vistiera y que me largara. Cuando le pregunté por el posible motivo del sangrado y si había algo que yo debiera hacer o algún cuidado en especial que debiera seguir, dicho personaje me contesta que "no haga nada especial, porque nada se puede hacer. Si aborto, pues aborto, que eso a veces pasa. Y que no volviera por allí a no ser que el sangrado fuese muy abundante o tuviese muchos dolores, que eso ya era indicativo de que lo había perdido". Cuando le comenté a la matrona esa experiencia en la tercera fase vivida en urgencias del HUCA de Oviedo, su contestación fue que había que entender que los profesionales sanitarios están muy agobiados con todo lo que tienen encima y la sobrecarga de horas de trabajo. ¡Pues no! No estoy de acuerdo. Ahora mismo me faltan menos de 2 meses y medio para salir de cuentas, el embarazo está yendo bien y me he encontrado con profesionales que han sido MARAVILLOS@S, dándome ánimos, mostrándome humanidad y especialmente una profesionalidad que con lo que tienen encima no puedo por más que no sólo mostrar agradecimiento sino además una tremenda y profunda admiración. Como leí en una ocasión cuando comenzó la pandemia: "todos aquellos que pretendan volver a la normalidad, que sepan que sólo volverán los que previamente ya eran normales". Ni más ni menos: el buen profesional está padeciendo las condiciones de trabajo a las que se está viendo sometido por esta horrible situación de la misma forma que el malo, sólo que este último ahora mismo además lo va a utilizar como excusa.

Hoy, como imagino que ya se puede intuir, he de reconocer que estoy enfadada (de hecho llevo así desde hace unos días después de haber hablado con el profesor de matemáticas de uno de mis hijos) y estoy completamente segura de que tengo motivos de sobra para lo que siento. Sé que los tengo porque creía que después de haber pasado ya 10 AÑOS desde que escuché de una maestra de infantil cómo vaticinaba el fracaso asegurado en primaria para él, de nuevo vuelvo a escuchar el mismo mensaje.... lo que pasa es que ahora mismo ya tengo algo más de callo y cada vez menos me callo ;) porque ya tenemos un cierto bagaje por el sistema educativo y ya hemos pasado por muchos tipos de discurso. Y precisamente en base a todos estos tipos de discurso a los que llevamos asistiendo (especialmente yo como madre), me voy a permitir el lujazo de hacer una pequeña clasificación de nuestras experiencias, algunas de las cuales muestran la CARA y otras desgraciadamente la CRUZ (nuestra cruz).

CARA A: CARACTERÍSTICAS PROPIAS DEL BUEN DOCENTE. TU HIJO/A ESTÁ FELIZ

1) "TODO EL ALUMNADO ES IMPORTANTE". Si todo el sistema estuviese formado por este tipo de profesionales, estaríamos totalmente preparados para hablar de inclusión. No harían falta informes ni etiquetas en educación porque simplemente el respeto y la educación fluyen en el aula, así como el interés mostrado cuando de pronto, después de 20 años ejerciendo la noble profesión docente, se les presenta un niño totalmente diferente a lo que usualmente estaban acostumbrados y la forma en la que actúan es buscando información y formación apropiada para poder aportarle también una buena respuesta educativa. En definitiva, existe VOCACIÓN e INTERÉS, dos palabras mucho más clave incluso que la palabra FORMACIÓN (porque esta última en ocasiones se limita a "he hecho un par de cursos que me han dado puntos").

2) "CADA ALUMNO/A TIENE ALGO ESPECIAL". Son esos docentes capaces de encontrar siempre ese haz de luz que tiene cada persona que pasa por sus aulas, tengan o no comportamiento disruptivo, tendencia a la dispersión, suspendan, tengan o no problemas de relación social, se esfuercen o no lo suficiente. Este es un don maravilloso que hace que cada vez que un/a alumno/a haya pasado por sus manos, salga con la sensación de que tiene algo dentro de sí absolutamente fantástico, con la sensación de que pueden llegar a lograr cosas importantes y con su autoestima tremendamente reforzada.

3) "ME ENCANTA LO QUE APRENDO CADA DÍA DE CADA UNO/A DE MIS ALUMNOS/AS". Esta perspectiva de estar constantemente nutriéndose de lo que su alumnado le aporta. Est@s docentes tienen muchísimo que aportar y hacen que el alumnado les admire tanto por lo que saben, como por lo que están dispuestos a seguir aprendiendo. Observan, son humildes en su profesión y les encanta interactuar con el alumnado porque entienden que el proceso de enseñanza - aprendizaje siempre va en un doble sentido sin necesidad de que nadie pierda su papel. No necesitan mostrar autoritarismo porque saben ejercer el liderazgo sin necesidad de recurrir cada día al "porque yo mando".

4) "CUÉNTAME CÓMO ES TU HIJO/A". Cuando como madre o padre acudes a una cita con este tipo de docentes, este tema simplemente sale... te lo propone. Todo ello bajo la idea de ir más allá de lo que observa en el aula, puesto que cabe la posibilidad de que haya determinadas variables importantes que se le estén escapando y que necesita conocer para poder hacer bien su trabajo (¡ojo! no tiene nada que ver con aquellos docentes que te plantean que todo va bien, porque se supone que eso es lo que quieres oír y de esta manera pueden llegar a conseguir que te pongas de su parte, no de la de tu hijo/a).

5) "¿QUÉ PODEMOS HACER ENTRE TOD@S?" Pregunta importantísima y de corazón que hace un docente a la familia especialmente cuando algo no va bien en el aula con tu hijo/a, o no tan bien como se supone que debería ir. Una simple pregunta que abre las puertas a que empiecen a aparecer múltiples soluciones ante un único problema, en lugar de más problemas o echar balones fuera.

CARA B (O CRUZ): CARACTERÍSTICAS PROPIAS DEL PÉSIMO DOCENTE. TU HIJO/A SE ENCUENTRA MAL Y LA FAMILIA ESTRESADA ANTE LA IDEA DE CONTACTAR CON EL CENTRO


1) "DISCURSO PREMEDITADO". Sensación que se tiene cuando como madre solicitas hablar con un profe no dispuesto a escucharte. Empieza su discurso donde pretende exponerte lo mucho que conoce a tu hijo, lo mal que van las cosas, lo bueno que es él como docente, lo fantástico que es el grupo que le ha tocado y sin embargo lo poco que se esfuerza por adaptarse tu hijo/a, con lo que ya te estás poniendo las pilas para que tu hijo/a empiece a ir bien. La responsabilidad es sólo tuya y de tu hijo/a. Si quieres hablar, no te queda más remedio que interrumpirle y cuando acabas, en realidad da exactamente lo mismo porque él continúa hablando desde el mismo punto en el que le habías interrumpido. No te ha escuchado ni una sola palabra porque no le interesa al considerar que eres una madre sobreprotectora que realmente no conoce a su hijo/a en absoluto (no como él) y no va a consentir que le digas cómo tiene que hacer su trabajo.... eso sí, él sí que tiene todo el derecho del mundo a decirte a ti cómo tienes que ser como madre.

2) "TODO EN MI CLASE ES MARAVILLOSO". No es lo mismo que la premisa de que "TODO EL ALUMNADO ES IMPORTANTE". Esta afirmación es a la que se acude cuando le pretendes explicar que tu hijo/a no se encuentra bien en el aula, que sabes que no es un ser perfecto, pero que algo está pasando y que quizá habría que analizar el qué para poder aportar alguna solución a su falta de motivación. En ese momento, te suelta que en realidad no hay ningún problema en el aula y que de existir un problema, ese es tu hijo/a. Y ahí zanja la conversación y tú te vas con la sensación de que te acaba de decir que tiene una especie de oveja negra que distorsiona la paz de su día a día profesional.... y esa oveja es tu hijo/a (sea inquieto o tranquilo). Te acaba de soltar esa bomba y se quedó agusto.

3) "HE LEÍDO EL INFORME Y YA ESTOY AL TANTO DEL PROBLEMA DE TU HIJO". Esta fue una frase literal que escuché en la primera tutoría que solicité cuando uno de mis hijos estaba en 3º de primaria. El caso es que en el informe había muchas más cosas positivas que problemas.... pero oye, la información con la que cada uno se queda puede ser muy selectiva, especialmente cuando te dicen que el niño tiene altas capacidades y rebuscas en el informe hasta que encuentras su talón de Aquiles donde poder regodearte a placer como docente, no vaya a ser que esa criatura de 8 añitos "se vaya a creer que es más que yo". Es más, dando  muestra de su gran ignorancia confundirán constantemente NEE con NEAE y meterá a tu hijo en el mismo saco que el alumnado con NEE, tratándole a él (y por supuesto a ti) con dolorosa condescendencia.

4) "¡AH! ¿PERO TU HIJO TIENE INFORME??". Puede ser así, lo cual obvia decir que es indicativo de lo poquísimo que le interesa tu hijo/a, o también puede que lo haya leído pero le importe un pepino su contenido, porque en realidad, eso de las altas capacidades es una moda que lo único que está ocasionando es que los docentes tengan que trabajar más.

5) "TENGO ALUMNOS/AS CON NECESIDADES MÁS IMPORTANTES".  (AVISO: modo irónico ON) ¡Estupendo! Déjame bien claro que te sientes un desgraciao de la vida porque mi hijo te haya tocado en tu aula... con todo el trabajo que tienes y va y te toca un "superdotao". ¿Pero qué tipo de necesidad va a tener este supuesto superdotao??? Con lo listo que se supone que es, por supuesto no va a necesitar que yo haga nada de nada. Pa' eso ya tiene motivación intrínseca que hace que no le haga falta nada más por mi parte como docente. Dejadme que me ocupe de estos otros alumn@s con necesidades de verdad, no como tu hij@. Y mientras tanto, tú como madre tienes que estar escuchando como una vez más, tu hijo no sólo no es importante, sino que además casi hasta estorba por el hecho de tener necesidades específicas de atención educativa.

6) "VUELVE NOSTRADAMUS". Llegan las predicciones desastrosas en torno a todo lo malo que le va a pasar a tu hijo/a si te niegas a aceptar las barbaridades y burradas que en ocasiones te proponen (todas ellas habitualmente fruto de todos los puntos anteriores). Así, las familias podemos llegar a escuchar el fracaso tan inmenso que van a tener nuestros hijos/as en un futuro sin llegar a percatarse de que en realidad, cabe la posibilidad de que si ese fracaso llega, puede ser el resultado de haber pasado por un sistema que sostiene y mantiene profesionales con ellos.

7) "Y FINALMENTE... EL QUE SE PICA, AJOS COME". El buen docente no se va a sentir ofendido por leer estas características críticas contra esta profesión porque no se dará por aludido. Huye del corporativismo sabiendo que realmente esto es una de las cosas que más flaco favor hace a la profesión y precisamente como está dentro, sabe lo que hay. De hecho todos los profesionales lo sabemos y en cualquier profesión. En cualquier faceta de nuestra vida.

martes, 12 de enero de 2021

... Y LO QUE NOS QUEDA POR APRENDER SOBRE LAS ALTAS CAPACIDADES

(Entrada rescatada de una contribución mía al blog "La Rebelión del Talento")

Hace ya unos años que aterricé en este mundo nuestro de las altas capacidades. Podría afirmarse que mi aterrizaje llegó durante mis estudios en la facultad de psicología (que de hecho asé debería haber sido), pero no fue exactamente de esa forma: no hay experiencia que te cambie tanto como la maternidad.

Es frecuente escuchar que mis hijos lo tienen “más fácil”, puesto que al tener una madre psicóloga, tanto la identificación de sus altas capacidades, como intervenir en el momento en el que lo necesiten, son cuestiones que salen de manera más “natural”. He de deciros sin embargo una obviedad: no soy su psicóloga, sino su madre. De hecho me atrevería a decir que ellos mismos son los que más me enseñan cada día, acerca de mi profesión, de la infancia y especialmente acerca de mí misma.

En torno al tema de las altas capacidades, lo que sí pienso es que la palabra que más y mejor puede llegar a definirnos desde una perspectiva de las familias es la de LUCHA. Y no sólo hemos de sacar ese espíritu de lucha contra un sistema que estruja y arruga las necesidades de nuestros hijos e hijas, desde el mismo preciso momento en el que encontramos el adverbio “no” precediendo y acompañando a cualquier palabra o frase cada vez que exigimos sus derechos, sino también en muchas ocasiones, hemos de luchar contra nosotr@s mism@s, puesto que hemos crecido y nos hemos desarrollado en una cultura que tiende a la homogeneización, bajo el precepto de que eso, es igualdad para todos y todas.

Es por ello, que más que hablar acerca de qué son o cómo son las altas capacidades intelectuales, tiendo a preferir centrarme más bien en qué no son:

No son omnisapiencia.

No lo sabemos todo, ni tenemos respuestas inmediatas a todo y en todo momento, de la misma forma que no nos interesan todos los temas, ni todos por igual. De hecho, quizá lo más llamativo no sean tanto las respuestas emitidas, sino las preguntas que se generan.

No son alto rendimiento.

Tendemos a confundir con demasiada frecuencia los conceptos de capacidad con habilidad, que si bien es cierto que están íntimamente relacionados, también hemos de entender que lo primero es condición para que surja lo segundo, y no a la inversa.

Esta continua confusión terminológica conlleva que en muchas ocasiones, nos hayamos encontrado que para que se elabore y planifique un programa individualizado de apoyo en los centros escolares, se ha puesto como condición previa que empiece primero a rendir más, o que empiece a cambiar su actitud. Curiosa contradicción. No se me ocurriría pensar ni por un momento que para que a una persona que no puede caminar y necesita una silla de ruedas, se le ponga como condición previa que empiece primero a mover las piernas.

No son una moda.

El hecho de que cada vez con mayor frecuencia se trate el tema y cada vez más familias tomen consciencia del origen por el cuál, sus hijos e hijas son diferentes puede tener más que ver con una cuestión de movimiento asociativo en torno al tema, así como con un interés creciente desde ámbitos científicos y de investigación. Pero no es nuevo… simplemente cada vez se conoce más.

No son un número.

El proceso de identificación de las altas capacidades pasa por una evaluación centrada en diversos factores, entre ellos el intelectual, lo cual supone el uso de tests psicométricos que nos orientan en la obtención de una serie de índices que nos sirven de apoyo para efectuar una identificación o descartarla.

Pero no nos confundamos: las altas capacidades son mucho más que la obtención de un CI y requieren centrarse en parámetros también de tipo cualitativo, lo cual no siempre queda reflejado en las puntuaciones de un test.

No somos l@s más list@s.

Esta afirmación puede llegar a hacer mucho daño, especialmente por las expectativas que pueden llegar a generarse en torno a la persona con altas capacidades o superdotación. Simplemente se aprende de manera diferente, puesto que el cerebro se desarrolla y procesa de manera diferente. Esto no implica en ningún momento que estemos hablando de un origen exclusivamente biológico o genético, puesto que lo que sí conocemos es que el proceso de aprendizaje se desarrolla y se produce gracias a una interacción de varios factores de diversa índole (ver cuadro).

Mientras no consigamos alcanzar una idea de educación basada en proporcionar los medios y formación necesarios para que el alumnado desarrolle al máximo su potencial y se convierta en auténtico protagonista de su propio aprendizaje, seguiremos padeciendo elevadas tasas de fracaso escolar, el cual ha de entenderse desde una perspectiva amplia. El fracaso no sólo consiste en rendimiento bajo o abandono. El hecho de que sigamos encontrándonos frecuentemente a adolescentes y personas adultas con altas capacidades que deseen pasar desapercibidos en el sistema, es un claro indicador de que el sistema sigue fracasando.