miércoles, 22 de junio de 2016

SOBREDOTACIÓN INTELECTUAL: LA INFLUENCIA DE DIVERSOS FACTORES

Hace ya unos años que aterricé en este "mundo" de las altas capacidades y la sobredotación intelectual. Podría afirmarse que mi aterrizaje llegó en el momento en el que decidí estudiar psicología (o más bien en el momento en el que estaba estudiando en la facultad, ya que la decisión de llegar a ser psicóloga la tomé cuando tenía unos 9 años), pero no fue exactamente así: no hay experiencia que te cambie tanto como la maternidad.
Es frecuente escuchar que mis hijos lo tienen “más fácil”, puesto que al tener una madre psicóloga, tanto la identificación de sus altas capacidades, como intervenir en el momento en el que lo necesiten, son cuestiones que salen de manera más “natural”. He de deciros sin embargo una obviedad: no soy su psicóloga, sino su madre. De hecho me atrevería a decir que ellos mismos son los que más me enseñan cada día, acerca de mi profesión, de la infancia y especialmente acerca de mí misma.
En torno al tema de las altas capacidades, lo que sí pienso es que la palabra que más y mejor puede llegar a definirnos desde una perspectiva de las familias es la de LUCHA.
Y no sólo hemos de sentir ese espíritu de lucha contra un sistema de estruja y arruga las necesidades de nuestros hijos e hijas, desde el mismo preciso momento en el que encontramos el adverbio “no” precediendo y acompañando a cualquier palabra o frase cada vez que exigimos sus derechos, sino también en muchas ocasiones, hemos de luchar contra nosotr@s mism@s, puesto que hemos crecido y nos hemos desarrollado en una cultura de la tendencia a la homogeinización bajo el precepto de que eso, es igualdad para todos y todas. Es por ello, que más que hablar acerca de qué son o cómo son las altas capacidades intelectuales, tiendo a preferir centrarme más bien en qué no son:
No son omnisapiencia.
No lo sabemos todo, ni tenemos respuestas inmediatas a todo y en todo momento, de la misma o nos interesan todos los temas por igual. De hecho, quizá lo más llamativo no sean tanto las respuestas emitidas, sino las preguntas que se generan.
No son alto rendimiento.
Tendemos a confundir con demasiada frecuencia los conceptos de capacidad con habilidad, que si bien es cierto que están íntimamente relacionados, también hemos de entender que lo primero es condición para que surja lo segundo, y no a la inversa.
Esta continua confusión terminológica conlleva que en muchas ocasiones, nos hayamos encontrado que para que se elabore y planifique un programa individualizado de apoyo en los centros escolares, se ha puesto como condición previa que empiece primero a rendir más, o que empiece a cambiar su actitud. Curiosa contradicción. No se me ocurriría pensar ni por un momento que para que a una persona que no puede caminar y necesita una silla de ruedas, se le ponga como condición previa que empiece primero a mover las piernas.
No son una moda.
El hecho de que cada vez con mayor frecuencia se trate el tema y cada vez más familias tomen consciencia del origen por el que sus hijos e hijas son diferentes puede tener más que ver con una cuestión de movimiento asociativo en torno al tema, así como un interés creciente desde ámbitos científicos y de investigación. Pero no es nuevo… simplemente cada vez se conoce más.
No somos l@s más list@s.
Esta afirmación puede llegar a hacer mucho daño, especialmente por las expectativas que pueden llegar a generarse en torno a la persona con altas capacidades o superdotación. Simplemente se aprende de manera diferente, puesto que el cerebro se desarrolla y procesa de manera diferente. Esto no implica en ningún momento que estemos hablando de un origen exclusivamente biológico o genético, puesto que lo que sí conocemos es que el proceso de aprendizaje se produce por una interacción de varios factores.
(Pincha la imagen para mayor nitidez del texto)
Mientras no consigamos alcanzar una idea de educación basada en proporcionar los medios necesarios para que el alumnado desarrolle al máximo su potencial y se convierta en auténtico protagonista de su propio aprendizaje, seguiremos padeciendo elevadas tasas de fracaso escolar, el cual ha de entenderse desde una perspectiva amplia. El fracaso no sólo consiste en rendimiento bajo o abandono. El hecho de que sigamos encontrándonos frecuentemente a adolescentes y personas adultas con altas capacidades que deseen pasar desapercibidos en el sistema, es un claro indicador de que el sistema sigue fracasando.

lunes, 13 de junio de 2016

NIÑ@S SUPERDOTAD@S Y "NORMALIZACIÓN"

Nunca he llegado a contar la cantidad de ocasiones en las que he oído a lo largo de todos estos años acerca de la necesidad de "normalizar" a l@s niñ@s con sobredotación intelectual. Y he de reconocer que dependiendo del discurso escuchado, estoy en mayor o en menor medida de acuerdo.
Obviamente estoy en desacuerdo en la medida en la que dicha argumentación va en el sentido de "intentar pasar desapercibid@s" en un sistema (tanto educativo, como socio-cultural) que penaliza a toda aquella persona que piensa, siente, percibe....en definitiva ES diferente. De hecho cuando escucho esto, no puedo evitar opinar que en ese caso, lo que hemos de esforzarnos por cambiar, es el sistema.
Sin embargo, sí que me da pie a una reflexión mucho más profunda cuando la argumentación va en el sentido en que ir siempre y en todo momento a contracorriente resulta agotador, tanto física como emocionalmente, con lo que existe la necesidad de encajar en algún grupo de referencia.

Por tanto, quizá quepa la posibilidad de hacernos la siguiente pregunta... ¿qué tendemos a valorar más: la adaptación o la ruptura con el sistema?
Hay ocasiones en las que pienso que nos pasamos gran parte de la vida colocándonos ante situaciones un tanto contradictorias. Por un lado necesitamos encajar....adaptarnos, pero por el otro lado, nos resulta muy complicado seguir a pies juntillas lo que se nos viene dictando desde el exterior y comportarnos como un buen rebaño. En este sentido, vuelvo a preguntarme de nuevo hasta qué punto esa "adaptación", cuando implica ocultarse y dejar de ser un@ mism@, es realmente saludable.
Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo en búsqueda de muchos términos que pensamos que nos pueden acercar a la tan ansiada felicidad, tales como seguridad, plenitud o desarrollo óptimo. Pero nos olvidamos de un aspecto fundamental para la consecución de estas metas: es complicado que un individuo solo y aislado del mundo pueda llegar a sentirse realmente feliz. Necesitamos poder tener la oportunidad de sentirnos escuchados, de poder compartir experiencias, opiniones y lucha con otras personas con objetivos similares a los nuestros.
Cada vez que me encuentro a un@ niñ@ que tiende a permanecer en solitario en los recreos, me pregunto hasta qué punto está siendo realmente feliz. Puede que así sea....que su mundo imaginario sea lo suficientemente rico como para suplir esa carencia generada ante la dificultad de encontrar un grupo social de referencia. Y habrá ocasiones en las que así sea. Pero es que además también habrá otras ocasiones en las que el sentido de ese grupo vaya más allá y suponga un arraigamiento en el sentido en el que también resulte un grupo de pertenencia, en el que se sea un individuo socialmente aceptado y cuyas aportaciones sean tomadas en cuenta y en consecuencia le sirva también para generar una idea personal de sentirse una persona válida para las demás.
En este punto, al menos para mí, el sentido de la "normalización" adquiere un cariz mucho más claro, y que puede asemejarse bastante al de sentirse aceptad@s por los demás dentro de nuestras propias diferencias. Qué más da que esta diferencia radique en haber nacido con una potencialidad determinada que nos permita poder llegar a desarrollar problemas matemáticos complejos o manejar la palabra con cierta maestría desde la más tierna infancia  (siempre y cuando el entorno lo elicite). El caso es que sentir que al menos hay un grupo de personas en tu círculo a las que no les importa tu diferencia y que a pesar de tus excentricidades, te puedas llegar a sentir "normal".
Y es que no me cansaré de repetirlo....  la normalidad somos TOD@S, con nuestras peculiaridades, nuestras manías y nuestra particular forma de ver, sentir, interpretar y estar en el mundo.