Uno de los muchos prejuicios contra los que tenemos que enfrentarnos en las altas capacidades suele ser una actitud. Esa actitud no es otra cosa que la de estar constantemente poniendo a prueba a es@s niñ@s que alguien algún día nos dijo a través de un informe que eran muy inteligentes.
Es una actitud que suele hacer mucho daño, especialmente si la sumamos a lo que ya sabemos acerca del grado de autoexigencia que suelen tener las personas con altas capacidades precisamente por la arraigada tendencia al perfeccionismo.
Este tipo de actitudes las encontramos a diario:
- Cuando una maestra nos dice: "ya decía yo.... este puzle no lo hizo porque evidentemente no es capaz" . Y resulta que el puzle tenía 300 piezas y el niño 4 años (y lo que es peor aún, que el motivo por el que no quiso hacer el puzle no fue otro que sus compañeros se lo deshicieron cuando ya llevaba más de la mitad).
- Cuando un maestro nos dice: "¡pero cómo va a saber ya dividir! ...eso es imposible, si aún se equivoca haciendo sumas". Quisiera yo conocer a una persona que no se haya equivocado NUNCA haciendo sumas.
- Cuando un padre duda de la alta capacidad de su hijo porque "no tiene ideas geniales a todas horas".
- Cuando una madre se cuestiona que su hijo sea realmente inteligente, ¡con lo despistado que es, que tiene la chaqueta justo detrás y no es capaz de encontrarla!.
Tendemos a penalizar el error. La teoría nos muestra la importancia de cometer errores a lo largo de toda nuestra vida, precisamente por tratarse de una fuente inagotable de aportaciones al conocimiento, y por lo tanto al aprendizaje. Pero en la vida real somos incluso crueles con aquellas personas que se equivocan.
¿Y si probásemos a educar en la gestión del error?
Hay ocasiones en las que persistimos, una y otra vez, cometiendo el mismo error, convirtiendo en válido aquello de "el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra".
¿Y si nos esforzásemos en indagar en primera instancia acerca del motivo por el que tendemos a mantener una actitud que nos lleva a fracasar reiteradamente?
Me ha gustado reflexionar acerca de una serie de puntos expuestos en Psicocode y que dejo a continuación:
- Falta de motivación: El talento es inútil si una persona carece de la motivación para usarlo. La motivación puede ser externa (aprobación social) o interna (satisfacción por un trabajo bien hecho). Las fuentes externas de motivación suelen ser pasajeras. Por el contrario las fuentes internas de motivación suelen ser más duraderas y producir mejores resultados. Cuando tú eres tu propio juez sueles emplearte a fondo ya que no puedes engañarte a ti mismo.
- Falta de control de impulsos: Aplicar la primera solución que nos venga a la cabeza para resolver un determinado problema no suele ser la mejor opción. Controlar nuestros impulsos y valorar todas las alternativas posibles nos ayudará a producir los mejores resultados en una tarea determinada.
- Falta de perseverancia: Muchas personas abandonan enseguida si no obtienen los resultados esperados. Por el contrario otras personas continúan luchando a pesar de no recibir beneficios inmediatos.
- Emplear las habilidades equivocadas: A veces producimos un pobre resultado por equivocarnos a la hora de emplear nuestras habilidades. Un profesor que tiene que corregir muchos exámenes utiliza la velocidad en lugar de la concentración. Como resultado puede equivocarse en la puntuación otorgada a algún alumno.
- Incapacidad para convertir el pensamiento en acción: Muchas personas tienen grandes ideas. Sin embargo son incapaces de hacer nada con ellas. Les resulta extremadamente difícil diseñar un “plan de acción” para convertir esas ideas en realidades.
- Incapacidad para completar tareas: Aunque parezca mentira, a muchas personas les da miedo acabar sus tareas. Buscan excusas para alargar dichas tareas en el tiempo y así no enfrentarse a la situación de qué hacer a continuación.
- Incapacidad para comenzar una tarea: Por el contrario otras personas tardan mucho en comenzar una tarea determinada. Estas personas se enfrentan a la indecisión de cómo empezar y temen la responsabilidad de iniciar una tarea y tener que acabarla.
- Miedo al fracaso: Es el miedo más común. Evitamos empezar algo debido al miedo al “qué dirán” o el miedo al “qué pensarán” si nos equivocamos.
- Procrastinación: La procrastinación es el arte de postergar actividades o situaciones importantes que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables. Cuando decides ver la TV en lugar de estudiar estás procrastinando.
- Culpabilizar erróneamente: Algunas personas se culpan siempre a si mismas ante cualquier error. Por el contrario, otras personas culpan siempre a los demás. Ni todo es culpa tuya, ni todo es culpa de los demás. Debes encontrar el equilibrio.
- Autocompadecerse: Muchas personas pierden el tiempo sintiendo pena por si mismas en lugar de emplear el esfuerzo necesario para enfrentarse al problema.
- Dependencia excesiva: No esperes que los demás hagan por ti lo que deberías hacer tú. Muchas veces prefieres depender de personas con menos talento en lugar de asumir tu mismo la responsabilidad en la decisión.
- Excusarse con problemas personales: Debes hacer lo imposible por que tus problemas personales no interfieran con tu trabajo. La vida no es un camino de rosas, pero tampoco es un valle de lágrimas. Durante toda tu vida alternarás momentos realmente tristes con otros muy alegres. Mantener la perspectiva en el trabajo es muy complicado, sin embargo debes esforzarte por separar tu vida privada del trabajo.
- Involucrarse en demasiados proyectos: Llevar a cabo demasiadas actividades puede hacer que no ofrezcamos un resultado óptimo en ninguna de ellas.
- Involucrarse en pocos proyectos: Por el contrario, desaprovechamos oportunidades cuando nos involucramos en menos proyectos de los que podríamos realizar en base a nuestro talento.
- Incapacidad para ver el bosque a través de los árboles: Es lo que ocurre con aquellas personas que se obsesionan por los detalles y sin embargo son incapaces de visualizar la globalidad del proyecto que llevan entre manos. Conozco a más de uno con este problema.
- Falta de autoconfianza: Junto al miedo al fracaso, la falta de autoconfianza es la principal barrera que nos inmoviliza a la hora de desempeñar una tarea. En muchas ocasiones esa falta de autoconfianza deriva en una profecia autocumplida que confirma nuestra incapacidad para realizar dicha tarea.
- Exceso de autoconfianza: Por el contrario, personas con un exceso de autoconfianza no admiten que se han equivocado ni que necesitan mejorar en una tarea determinada. A largo plazo estas personas suelen sufrir un estancamiento en su profesión.
- Incapacidad para llegar al resultado final de un proceso: En ocasiones nos preocupamos más del proceso en sí que del resultado final que debemos conseguir. No importa si modificamos algún punto del plan inicial, lo importante es obtener el resultado esperado.
Es una actitud que suele hacer mucho daño, especialmente si la sumamos a lo que ya sabemos acerca del grado de autoexigencia que suelen tener las personas con altas capacidades precisamente por la arraigada tendencia al perfeccionismo.
Este tipo de actitudes las encontramos a diario:
- Cuando una maestra nos dice: "ya decía yo.... este puzle no lo hizo porque evidentemente no es capaz" . Y resulta que el puzle tenía 300 piezas y el niño 4 años (y lo que es peor aún, que el motivo por el que no quiso hacer el puzle no fue otro que sus compañeros se lo deshicieron cuando ya llevaba más de la mitad).
- Cuando un maestro nos dice: "¡pero cómo va a saber ya dividir! ...eso es imposible, si aún se equivoca haciendo sumas". Quisiera yo conocer a una persona que no se haya equivocado NUNCA haciendo sumas.
- Cuando un padre duda de la alta capacidad de su hijo porque "no tiene ideas geniales a todas horas".
- Cuando una madre se cuestiona que su hijo sea realmente inteligente, ¡con lo despistado que es, que tiene la chaqueta justo detrás y no es capaz de encontrarla!.
Tendemos a penalizar el error. La teoría nos muestra la importancia de cometer errores a lo largo de toda nuestra vida, precisamente por tratarse de una fuente inagotable de aportaciones al conocimiento, y por lo tanto al aprendizaje. Pero en la vida real somos incluso crueles con aquellas personas que se equivocan.
¿Y si probásemos a educar en la gestión del error?
Hay ocasiones en las que persistimos, una y otra vez, cometiendo el mismo error, convirtiendo en válido aquello de "el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra".
¿Y si nos esforzásemos en indagar en primera instancia acerca del motivo por el que tendemos a mantener una actitud que nos lleva a fracasar reiteradamente?
Me ha gustado reflexionar acerca de una serie de puntos expuestos en Psicocode y que dejo a continuación:
- Falta de motivación: El talento es inútil si una persona carece de la motivación para usarlo. La motivación puede ser externa (aprobación social) o interna (satisfacción por un trabajo bien hecho). Las fuentes externas de motivación suelen ser pasajeras. Por el contrario las fuentes internas de motivación suelen ser más duraderas y producir mejores resultados. Cuando tú eres tu propio juez sueles emplearte a fondo ya que no puedes engañarte a ti mismo.
- Falta de control de impulsos: Aplicar la primera solución que nos venga a la cabeza para resolver un determinado problema no suele ser la mejor opción. Controlar nuestros impulsos y valorar todas las alternativas posibles nos ayudará a producir los mejores resultados en una tarea determinada.
- Falta de perseverancia: Muchas personas abandonan enseguida si no obtienen los resultados esperados. Por el contrario otras personas continúan luchando a pesar de no recibir beneficios inmediatos.
- Emplear las habilidades equivocadas: A veces producimos un pobre resultado por equivocarnos a la hora de emplear nuestras habilidades. Un profesor que tiene que corregir muchos exámenes utiliza la velocidad en lugar de la concentración. Como resultado puede equivocarse en la puntuación otorgada a algún alumno.
- Incapacidad para convertir el pensamiento en acción: Muchas personas tienen grandes ideas. Sin embargo son incapaces de hacer nada con ellas. Les resulta extremadamente difícil diseñar un “plan de acción” para convertir esas ideas en realidades.
- Incapacidad para completar tareas: Aunque parezca mentira, a muchas personas les da miedo acabar sus tareas. Buscan excusas para alargar dichas tareas en el tiempo y así no enfrentarse a la situación de qué hacer a continuación.
- Incapacidad para comenzar una tarea: Por el contrario otras personas tardan mucho en comenzar una tarea determinada. Estas personas se enfrentan a la indecisión de cómo empezar y temen la responsabilidad de iniciar una tarea y tener que acabarla.
- Miedo al fracaso: Es el miedo más común. Evitamos empezar algo debido al miedo al “qué dirán” o el miedo al “qué pensarán” si nos equivocamos.
- Procrastinación: La procrastinación es el arte de postergar actividades o situaciones importantes que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables. Cuando decides ver la TV en lugar de estudiar estás procrastinando.
- Culpabilizar erróneamente: Algunas personas se culpan siempre a si mismas ante cualquier error. Por el contrario, otras personas culpan siempre a los demás. Ni todo es culpa tuya, ni todo es culpa de los demás. Debes encontrar el equilibrio.
- Autocompadecerse: Muchas personas pierden el tiempo sintiendo pena por si mismas en lugar de emplear el esfuerzo necesario para enfrentarse al problema.
- Dependencia excesiva: No esperes que los demás hagan por ti lo que deberías hacer tú. Muchas veces prefieres depender de personas con menos talento en lugar de asumir tu mismo la responsabilidad en la decisión.
- Excusarse con problemas personales: Debes hacer lo imposible por que tus problemas personales no interfieran con tu trabajo. La vida no es un camino de rosas, pero tampoco es un valle de lágrimas. Durante toda tu vida alternarás momentos realmente tristes con otros muy alegres. Mantener la perspectiva en el trabajo es muy complicado, sin embargo debes esforzarte por separar tu vida privada del trabajo.
- Involucrarse en demasiados proyectos: Llevar a cabo demasiadas actividades puede hacer que no ofrezcamos un resultado óptimo en ninguna de ellas.
- Involucrarse en pocos proyectos: Por el contrario, desaprovechamos oportunidades cuando nos involucramos en menos proyectos de los que podríamos realizar en base a nuestro talento.
- Incapacidad para ver el bosque a través de los árboles: Es lo que ocurre con aquellas personas que se obsesionan por los detalles y sin embargo son incapaces de visualizar la globalidad del proyecto que llevan entre manos. Conozco a más de uno con este problema.
- Falta de autoconfianza: Junto al miedo al fracaso, la falta de autoconfianza es la principal barrera que nos inmoviliza a la hora de desempeñar una tarea. En muchas ocasiones esa falta de autoconfianza deriva en una profecia autocumplida que confirma nuestra incapacidad para realizar dicha tarea.
- Exceso de autoconfianza: Por el contrario, personas con un exceso de autoconfianza no admiten que se han equivocado ni que necesitan mejorar en una tarea determinada. A largo plazo estas personas suelen sufrir un estancamiento en su profesión.
- Incapacidad para llegar al resultado final de un proceso: En ocasiones nos preocupamos más del proceso en sí que del resultado final que debemos conseguir. No importa si modificamos algún punto del plan inicial, lo importante es obtener el resultado esperado.
Sensacional!
ResponderEliminarFantástico artículo. Es una realidad el desconocimiento total sobre las altas capacidades por parte de un gran porcentaje del profesorado. En las reuniones con ellos que hemos tenido desde los 6 a los 11 años de ahora lo único que hemos extraído es 1. miedo a tener un niño inteligente porque ¿como lo tratamos? 2. rechazo a la existencia de las AACC o superdotación. 3. "todo lo que queráis pero no estamos preparados o no se contempla".
ResponderEliminarResultado: siempre he dicho que mi hijo es un superviviente, se ha adaptado +/- al medio, se vuelto (sin ofender)"mediocre". Fuera del cole arrancamos el motor y a volar a 100 por hora. La pena es que por los horarios, trabajo y demás no podemos desarrollar como debiéramos sus "proyectos" pero iremos mejorando seguro. Y quizás en el camino que nos queda encontremos un docente que le/les guíe hacia el triunfo. Saludos.