miércoles, 18 de diciembre de 2013

TENER ALTAS CAPACIDADES NO SIGNIFICA SER PERFECT@

Existe una tendencia a creer que nacemos ignorantes y que esa condición se modifica con el tiempo mediante el aprendizaje dirigido de manera externa... sin embargo, creo que deberíamos esforzarnos por cambiar esta premisa. Y es que con el paso del tiempo, seguimos sumidos en la ignorancia, solo que ahora podemos tomar consciencia de ello. Esto solo se logra cuando se nos permite crecer en un ambiente de libertad  tal que nos permita desarrollar la capacidad de decisión y protagonismo en nuestro propio proceso de aprendizaje.

Si es que en realidad, todas las personas somos eternamente aprendices ;)

Una persona puede nacer con un potencial, que no es otra cosa que una predisposición que posibilite posteriormente el desarrollo de determinadas habilidades o condiciones vitales..... sin embargo... ¿qué es lo que lo posibilita?
Esta es la pregunta clave que toda aquella persona que tienda a buscar la perfección en cualquier otro ser humano, debería de formularse.
Es que a veces cuando decimos que "se nace" con la capacidad (que de hecho así parece ser), se puede llegar a caer en el error de pensar que ya viene todo dado de antemano, con todo lo que ello conlleva, incluido la exigencia externa de tender a la perfección.
Sabemos que el perfeccionismo es ya en sí una característica propia de las altas capacidades, así que si a eso le sumamos que el entorno no ayuda a facilitar su gestión, el riesgo que se corre es el de una autoestima profundamente dañada.

La "exigencia" externa puede venir de diversos ámbitos, no solo el escolar. El ámbito familiar a veces no puede escapar tampoco de caer en esta cuestión, aunque no necesariamente de manera intencionada... a lo mejor en nuestro empeño por apoyar su desarrollo académico, no nos percatamos de sus necesidades emocionales reales.
Y otros ámbitos externos desde los cuales puede venir este grado de exigencia pueden no ser necesariamente tan bienintencionados... aunque no nos guste, la envidia forma parte también de nuestra existencia, y no siempre es sana. Y si además le sumamos que somos criad@s en ambientes extremadamente competitivos, en demasiadas ocasiones algunas personas se alegran de tu fracaso.
No creo tampoco que sea una cuestión de maldad personal... simplemente de mediocridad determinada en gran medida por un autoconcepto muy empobrecido.

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