sábado, 16 de febrero de 2013

EN MI REINO

Hay ocasiones en las que se presenta la oportunidad de leer grandes relatos, que aun sin ser grandes en tamaño, lo son en contenido. No suele suceder demasiado a menudo en la vida de cada persona, a no ser que tengas la gran fortuna de tener cerca a alguien que tenga el don de hacer recordar a tu mente que no funcionaría en absoluto sin un gran corazón.

Muchas gracias, de nuevo, por este relato, Elvira....y por muchas tantas cosas más.

El niño es peculiar, se porta bien porque es introvertido y se hace el invisible, se mimetiza, rehúye ser el centro de atención y hace lo que sabe que se espera de él: calladito, sentado, obediente… No soporta que le griten y le pasa mucha factura, es exageradamente sensible y su autoestima se resiente mucho, así que procura caer bien.
Lo han criado rodeado de tanto cariño que aún le sorprende no recibirlo de todas las personas con las que trata a diario, aunque ya no espera mimos y besos, ya se conforma solamente con que alguien le dedique una sonrisa.
 Aquel día llevaba los deberes hechos en una hoja suelta porque el cuaderno había quedado olvidado en la escuela. Cuando se los pidieron nada más balbuceó algo sobre el olvido del cuaderno… Le pusieron un cero.
Al día siguiente, 14 de febrero, quiso llevar un corazón a sus maestras y escribió dentro sus sentimientos: “Te quiero como a las estrellas”, “Te amo mucho”. Una de ellas le besó y le sonrió, ni se imagina lo feliz que le hizo. La otra, la del cero, le dijo una frase que no entendió, pero sí comprendió que lo había hecho en tono despectivo; él no supo qué había hecho mal esta vez.
“Me dijo que yo en mi reino”… pero lo que en realidad le dijo fue el habitual “Tú como siempre, en tu mundo”.
Su mundo es su imaginación; su reino de fantasía; su vida interior, rica y fecunda, la que utiliza para rebelarse y escapar de la jaula en la que se siente atrapado, donde no tiene que fingir ser obediente y sumiso, donde puede ser él mismo y volar.

(Por todos las niñas y niños sensibles que pasan por la vida pidiendo tan solo una sonrisa.)

4 comentarios:

  1. Muchas gracias, Sonia, por compartirlo. Los docentes deberíamos tener más presente que tratamos con personas, cada una con su individualidad y su corazoncito. No debemos ni podemos considerar al alumnado como una masa, son nuestr@s niñ@s, no un rebaño.
    Un beso enorme. :-)

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    1. Gracias a ti, siempre, por tus palabras...
      Es una lástima que aún existan personas que consideren que para que l@s niñ@s fortalezcan su carácter, han de ser sometid@s a faltas de respeto (e incluso vejaciones).

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  2. Increíblemente bello el relato de Elvira. Es cierto que es una pena que nos olvidemos de los corazoncitos de las personas y, especialmente de los niños. Con lo poco que cuesta una sonrisa :)
    Con vuestro permiso lo comparto porque creo que merece la pena ;)

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  3. que bello... me ha llevado a las lágrimas pues sólo lo pude leer con la voz de mi hijo.

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