Hay ocasiones en las que se presenta la oportunidad de leer grandes relatos, que aun sin ser grandes en tamaño, lo son en contenido. No suele suceder demasiado a menudo en la vida de cada persona, a no ser que tengas la gran fortuna de tener cerca a alguien que tenga el don de hacer recordar a tu mente que no funcionaría en absoluto sin un gran corazón.
Muchas gracias, de nuevo, por este relato, Elvira....y por muchas tantas cosas más.
El niño es peculiar, se porta bien porque es introvertido y se hace el
invisible, se mimetiza, rehúye ser el centro de atención y hace lo que
sabe que se espera de él: calladito, sentado, obediente… No soporta que
le griten y le pasa mucha factura, es exageradamente sensible y su
autoestima se resiente mucho, así que procura caer bien.
Aquel día llevaba los deberes hechos en una hoja suelta porque el cuaderno
había quedado olvidado en la escuela. Cuando se los pidieron nada más
balbuceó algo sobre el olvido del cuaderno… Le pusieron un cero.
Muchas gracias, de nuevo, por este relato, Elvira....y por muchas tantas cosas más.
Muchas gracias, Sonia, por compartirlo. Los docentes deberíamos tener más presente que tratamos con personas, cada una con su individualidad y su corazoncito. No debemos ni podemos considerar al alumnado como una masa, son nuestr@s niñ@s, no un rebaño.
ResponderEliminarUn beso enorme. :-)
Gracias a ti, siempre, por tus palabras...
EliminarEs una lástima que aún existan personas que consideren que para que l@s niñ@s fortalezcan su carácter, han de ser sometid@s a faltas de respeto (e incluso vejaciones).
Increíblemente bello el relato de Elvira. Es cierto que es una pena que nos olvidemos de los corazoncitos de las personas y, especialmente de los niños. Con lo poco que cuesta una sonrisa :)
ResponderEliminarCon vuestro permiso lo comparto porque creo que merece la pena ;)
que bello... me ha llevado a las lágrimas pues sólo lo pude leer con la voz de mi hijo.
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