martes, 20 de noviembre de 2012

UN INTENTO DE RE-DEFINIR LA "NORMALIDAD"

Llevo tiempo dándole vueltas al tema de la normalidad. Sabemos que la tendencia actual transcurre en torno a la creencia de que es normal aquello que es "habitual", es decir, lo que hace, dice, piensa o siente la mayoría.
Sin embargo, en mi obcecación por intentar comprender esta idea, cuanto más la medito, en realidad creo que menos me aclaro :-)
Y es que creo que me cuesta entender cómo no llega la noción de que "lo normal" no puede contradecir a "lo natural". Es decir, lo normal en un@ niñ@ pequeñ@ es lo que su naturaleza le dicta: correr, saltar, explorar, distraerse con cada elemento que pase a su lado, porque lo acaba de descubrir y eso es maravilloso. Recuerdo mi ensimismamiento con las motitas de polvo que se perciben en el aire cuando de pronto un haz de luz entra a través de la ventana de mi habitación: ¡¡maravilloso!! ¡¡mágico!!... "el aire se mueve y hace que se muevan esas motitas, aunque yo no sea capaz de percibirlo si no las miro directamente"...eso pensaba.
En ese momento, algún "especialista" podría haberles dicho a mi padre y a mi madre que "su hija padece TDA" (en mi caso hubiese sido sin "H", que era muy dócil y tranquila en el aula).


El mundo es fascinante, solo que en la vida adulta nos olvidamos de esto, porque estamos demasiado ocupados en darnos prisa para todo, en dar importancia a aquello que en esencia carece de ella. Me sorprende la rapidez con la que se olvida lo que se sentía, la manera en la que se percibía la vida y la necesidad de (ante todo) SER niñ@.

¿Qué es ser normal para mí? Es complicado. Entiendo que por mis propias circunstancias, la normalidad es percibida en mi familia de manera diferente a lo "habitual". En todo caso, quisiera exponerlo a través de estos 4 puntos:

1) Lo normal en la infancia es poseer curiosidad.- Por lo tanto, la distracción está a la orden del día y de hecho es deseable. La persona adulta responsable de su educación, en todo caso, debería de estar ahí para aprovechar ese momento, no para corregírselo. Por ejemplo, si l@s niñ@s juegan a llenar los vasos con agua, eso es por alguna razón.... ¿y si lo aprovechamos para explicarles mediante su propio juego ciertas leyes de la física?...¡¡se están interesando por el estado de los fluídos!!
Una vez más, sale a colación la importancia del aprendizaje significativo.

2) Lo normal en la infancia es el movimiento.- Este hecho es una necesidad... sabemos que la mayoría de l@s niñ@s no aprenden a andar, sino a ¡¡correrr!! Si nos parásemos a pensar detenidamente en ello, puede resultar mucho más complicado pretender que alguien de 5 ó 6 años se esté quiet@ sentado durante varias horas que entender que de vez en cuando necesiten la actividad física. Mediante sus acciones experimentan con el mundo... y mediante las nuestras, procesan la información acerca de cómo es el mundo.

3) Lo normal en la infancia es el afecto.- Las personas adultas somos su referente, pero no solo en lo que a ideas o comportamientos se refiere. Somos además su referente de cariño, de afecto, de amor... un@ niñ@ necesita ese cariño tanto como el respirar. Necesita sentir que efectivamente es la persona más importante en tu vida. No basta con que tú lo sepas: él o ella necesita también saberlo mediante tus actos y tus palabras.

4) Lo normal en la infancia es la diversión.- El juego en l@s niñ@s no solo implica distracción u ocio. Es la base de su aprendizaje: aquello que aprenda jugando será lo que con mayor fuerza se adhiera al recuerdo. Y el juego puede proponerse, pero ante todo es libre. Es su momento. Es el instante en el que las normas las ponen ell@s, las decisiones las toman autónomamente y muestran su verdadera capacidad de organización, sus verdaderas pasiones y talentos.

...y es que mis hijos son normales. Yo soy normal. Todas las personas lo somos... solo queda esperar a que llegue la comprensión de que para que quepamos en este mundo todas las personas normales, debe existir una palabra mágica: RESPETO. Y a partir de ahi, cada un@ de nosotr@s, como personas "normales" que somos, tenemos derecho a decidir cómo sentir y cómo expresar nuestra propia "normalidad".

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