"Solo seremos capaces de aprender realmente de
lo que la vida nos ofrece cuando seamos capaces de apreciar lo que se
percibe desde los ojos de un@ niñ@"
Fea costumbre la de algunas personas adultas cuando se refieren a niños y niñas sin haber ni tan siquiera interactuado con ell@s... y si lo han hecho, sin tener en cuenta ni considerar qué tipo de visión puede ser la que aporte la mirada atenta (y a veces abstraída) de la infancia.
He conocido incluso "terapeutas" (palabra que en este caso prefiero entrecomillar) que se han atrevido a emitir diagnósticos de enfermedad mental infantil sin haber tratado directamente más de 5 minutos con el niño o la niña en cuestión. También docentes que se han jactado de conocer a la perfección a su alumn@, más incluso que su propia madre (no es una frase figurada, sino real.... yo tuve una maestra en mi infancia a la que le encantaba repetirlo), pero sin haber tenido ni una sola palabra que supusiera el comienzo de un diálogo entre personas. También he escuchado cómo algún padre (o madre) repite hasta la saciedad aquello de "mientras viva en mi casa, hará lo que yo mande".
Me da lo mismo que dicho diálogo sea establecido entre adulto-adulto o entre niñ@-adult@, aunque hay que reconocer que en demasiadas ocasiones lo que se establece con respecto a la infancia es un monólogo, de una única dirección: yo hablo y tú escuchas... yo ordeno y tú obedeces.
¿Qué pasaría si de pronto cambiara la perspectiva de esta visión? ¿y si nos dejáramos llevar por el aprendizaje más intenso de todos, que no es otro que el aportado desde los ojos de la infancia? ¿cómo podría ser aprovechado en los contextos educativos?
Afortunadamente, una vez más, Juan Adárvez nos plantea cómo una posibilidad de actuación puede llegar a tornarse en una realidad....
LOS OJOS DE UN NIÑO
Todos los niños están en la puerta de la clase esperando para entrar. El profesor abre la puerta y todos van pasando y ocupando sus sitios. Pero uno de ellos se queda fuera. El profesor sale y lo ve agarrado a la valla mirando al horizonte.
- ¿El qué?
Y el profesor no le dejó acabar, entró en clase y le dijo a los demás que salieran y que miraran las nubes, tenían que buscar que figuras formaban.
Las prisas nos hacen no pararnos a contemplar las maravillas que tenemos alrededor, menos mal, que siempre tenemos cerca los ojos de un niño para enseñarnos a volver a asombrarnos por lo que nos rodea.
JUAN ADÁRVEZ
Fea costumbre la de algunas personas adultas cuando se refieren a niños y niñas sin haber ni tan siquiera interactuado con ell@s... y si lo han hecho, sin tener en cuenta ni considerar qué tipo de visión puede ser la que aporte la mirada atenta (y a veces abstraída) de la infancia.
He conocido incluso "terapeutas" (palabra que en este caso prefiero entrecomillar) que se han atrevido a emitir diagnósticos de enfermedad mental infantil sin haber tratado directamente más de 5 minutos con el niño o la niña en cuestión. También docentes que se han jactado de conocer a la perfección a su alumn@, más incluso que su propia madre (no es una frase figurada, sino real.... yo tuve una maestra en mi infancia a la que le encantaba repetirlo), pero sin haber tenido ni una sola palabra que supusiera el comienzo de un diálogo entre personas. También he escuchado cómo algún padre (o madre) repite hasta la saciedad aquello de "mientras viva en mi casa, hará lo que yo mande".
Me da lo mismo que dicho diálogo sea establecido entre adulto-adulto o entre niñ@-adult@, aunque hay que reconocer que en demasiadas ocasiones lo que se establece con respecto a la infancia es un monólogo, de una única dirección: yo hablo y tú escuchas... yo ordeno y tú obedeces.
¿Qué pasaría si de pronto cambiara la perspectiva de esta visión? ¿y si nos dejáramos llevar por el aprendizaje más intenso de todos, que no es otro que el aportado desde los ojos de la infancia? ¿cómo podría ser aprovechado en los contextos educativos?
Afortunadamente, una vez más, Juan Adárvez nos plantea cómo una posibilidad de actuación puede llegar a tornarse en una realidad....
LOS OJOS DE UN NIÑO
Todos los niños están en la puerta de la clase esperando para entrar. El profesor abre la puerta y todos van pasando y ocupando sus sitios. Pero uno de ellos se queda fuera. El profesor sale y lo ve agarrado a la valla mirando al horizonte.
- Venga que hay que entrar en clase, ¿qué haces ahí fuera?
- ¿Es que no lo ve?- ¿El qué?
- Las nubes, hoy están muy bonitas con la luz, aquella tiene forma de perro, y esa de allí de estrella, y...
Y el profesor no le dejó acabar, entró en clase y le dijo a los demás que salieran y que miraran las nubes, tenían que buscar que figuras formaban.
Las prisas nos hacen no pararnos a contemplar las maravillas que tenemos alrededor, menos mal, que siempre tenemos cerca los ojos de un niño para enseñarnos a volver a asombrarnos por lo que nos rodea.
JUAN ADÁRVEZ
Existe un proceso por medio del cual se le hurta de tajo la infancia a un niño!Y no me refiero a un abuso sexual.Nada de eso.Este proceso salvaje se llama Precocidad.La Precocidad se puede generar por medio de artilugios mecanicos dirigidos a la mente!No,no.Por favor abran la mente y no mal interpreten mis palabras.Me refiero a los medios de comunicacion y a sus tratados que tienen con los gobiernos para la manipulacion masiva desconsiderada.Las palabras que pronuncia los narradores y presentadores de programas...hablando en general,estan contadas con exactitud!Nos dividen para vencernos.Hasta el mas minimo comercial emitido por tv.o radio maneja un proposito doble...En un sistema como el nuestro,los niños son las victimas mas fragiles!Estamos robandoles su mundo;su infancia;su todo sin darnos cuenta por que hasta a nosotros se nos robo.Que podemos hacer?Aprender a explorar nuestra naturaleza interior al maximo.Sin embargo;es lo que menos hacemos!
ResponderEliminarDifícil tarea, aunque necesaria. Aprender a explorar nuestro mundo interior... nuestro "niñ@" interior, que no es otra cosa que trabajar nuestra inteligencia intrapersonal.
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