Cuando nos topamos con algún obstáculo en el camino, la primera sensación es la de desesperanza, o enfado que poco a poco se puede ir traduciendo en ira... nos lleva a una protesta, un queja sistemática en la que necesitamos que "alguien" haga algo. Pero ¿qué ocurre cuando después del lamento viene la acción?
Queda claro que sólo necesitamos alguien que de el primer paso y, si no hubiera ese alguien, nosotros mismos deberíamos intentar darlo. El problema es que los adultos nos quedaríamos pensando:
ResponderEliminar"Nadie vendrá a ayudarme, me tomarán por loco y haré el ridículo"
Los niños no piensan, actúan. Esa es la gran enseñanza. Me ha gustado Sonia, muchas gracias.
Lo compartiré en facebook ;)
Las personas adultas incluso hay ocasiones en las que se quedan paradas aunque haya otras que se dediquen a dar esos "primeros pasos"... creo que desgraciadamente su autoestima está tan tocada que no son capaces de darse cuenta que la única manera de demostrar que sabemos caminar es empezar a dar pasos.
EliminarGracias por tu comentario. Siempre son un placer tus aportaciones en este blog :-)