"Lo curioso de este argumento, que pretende ser de gran respeto para los más débiles, es que nunca lleva a sus defensores a preguntarse por el perjuicio cierto que la falta de reto y estímulo intelectual provoca en los que, a pesar de ellos, tienen una capacidad potencial por desarrollar y notablemente superior a la de los alumnos con los que quizá comparten su vida escolar. Orientar la enseñanza al alumno medio, cuestión que nadie reconoce de modo explícito, supone declarar a los alumnos más capaces escolares de segunda categoría."
Javier Tourón (Frenos a la promoción de la excelencia I)
Me encanta la verdura y la fruta de la huerta de mi suegro y mi suegra. Sí, es cierto. Toda aquella persona que tenga o haya tenido la oportunidad de probar un tomate cultivado en una huerta, me imagino que sabe de lo que hablo. Nos hemos habituado a comer tomates que se venden en las grandes superficies, y ya nos hemos olvidado a qué sabe realmente un buen tomate. A lo mejor no tiene un aspecto brillante, lucido y maravilloso, no es una esfera casi perfecta. Pero cuando lo abres, ya notas el olor.... ¡y no te digo nada ya, cuando lo pruebas! De pronto tomas consciencia de que los tomates no son todos iguales.
¿Qué ha hecho que el tomate de mi suegro sea para disfrutar hasta con los ojos cerrados (no vaya a ser que haya otro tipo de estimulación que interfiera en el disfrute del paladar)? ¿Utilizó mejores semillas? ¿Algún producto especial que dota de sabor a tomate?
Mi suegro lo que ha hecho ha sido lo siguiente: se preocupa de cuidar la tierra donde va a sembrar (la remueve cada temporada, la abona e incluso la renueva cuando considera que es necesario), elige el momento del año más adecuado para cada planta, el mejor sitio para plantar cada verdura y observa cuando cada una puede necesitar ser regada. Cuando la planta de tomate va creciendo, va colocando un sistema de palos que permite que crezca de tal forma que sus ramas no se vean limitadas, ni caigan al suelo y evitar así que los tomates que de ahí salgan se pudran incluso antes de madurar.
Y es que lo cierto es que desde que tiene huerta, mi suegro se ha molestado en formarse (aunque no ha ido a cursillos, sí ha consultado y observado mucho... autodidacta) acerca de cómo ha de hacer para obtener el mejor rendimiento de sus verduras y frutas. Sabe que la manera en la que proporciona cuidados es igual y se preocupa por igual de todas ellas (no es más importante un tomate que la higuera, la lechuga que los pepinos), pero como sabe eso, quizá es por ello por lo que las trata diferente.
Procura adecuarse a sus necesidades para que el resultado sea el óptimo en cada una de ellas: los naranjos dan fruto dos veces al año, pero no pretende que el ciruelo también lo haga. De la misma forma que no va a cortar ramas a los naranjos, ni privarles de luz solar sólo para que dé fruto una vez al año como los ciruelos.
Cuando intentamos que una planta dé fruto cuando nosotr@s queramos, y que ese fruto sea como nosotr@s deseamos, el resultado son tomates con un aspecto a la vista deslumbrante, pero cuyo sabor.... cualquier parecido con la realidad, pura coincidencia. ¿Esto es lo más adecuado para nuestra dieta?
Probablemente en este punto, si propongo que ese tipo de interés por el cultivo de las plantas se traslade también al cultivo de la mente de l@s niñ@s, nos acabaremos percatando de que hay muchos seres humanos que generan mayor comprensión y entendimiento por las necesidades vegetales que por las de las personas.
El ciruelo no es mejor que el naranjo, ni viceversa. Sólo tienen características diferentes que desembocan en el derecho a ser cuidados de manera diferente, porque sus necesidades son diferentes.
Los sistemas educativos más exitosos son aquellos que pretenden que sus alumn@s tiendan hacia la excelencia, no pretender que la excelencia se rebaje a la mediocridad. Y con ello jamás pretendo decir que l@s alumn@s sean mediocres. Un@ niñ@ nunca es mediocre: lo es el sistema que se preocupa más por crear personas homogéneas que por potenciar el talento; que se centra más en que se adapten a ese sistema, que en buscar la forma de cambiar y adaptarse a las necesidades de cada un@... no me sirve la excusa de "es que tengo 25 alumn@s por clase". Eso mismo se dice aunque se tengan 10.
El concepto de "igualdad para tod@s" no va en el sentido estrictamente matemático, en el que 2 = 2. Sino en crear el terreno más adecuado para que cada un@ pueda desarrollar sus capacidades de manera óptima y potenciar su formación y su talento de manera individual, no formando parte de una gran masa que desde fuera es vista como homogénea, pero si nos adentramos en ella, podremos observar la gran heterogeneidad que la compone.
Nos encontramos con ideas similares cuando hablamos de "igualdad entre hombre y mujeres". Tengo la sensación de que no siempre ha quedado claro el verdadero significado. No porque no existan personas adecuadas para aportar una explicación adecuada, sino más bien porque hay otras que no están dispuestas a escuchar y atender a dichas explicaciones, y cuando esto sucede, en realidad te das cuenta de que da lo mismo intentar razonar con ellas: cualquier cosa que propongas, va a ser interpretada por un sentido diferente al que se le pretendía dar realmente. Una vez más, nos topamos con la falta de interés y la necedad.
No creo, por ejemplo, en el "instinto maternal" (yo no lo tuve), sólo creo en las ganas de aprender y adaptarme motivadas en gran medida por el inmenso amor que siento hacia mis hijos. Pero eso, no creo que me lo haya marcado haber nacido con el sexo femenino: Jorge tiene un inmenso amor paternal hacia ellos, pero nunca he oído hablar del "instinto paternal".
Yo no deseo, ni espero que se me trate como a un hombre. Yo realmente deseo y espero que se me trate como a una persona. Me gustaría dejar de tomar como referencia de una vez por todas al género masculino a la hora de establecer una comparación... ¿acaso todos los hombres son iguales también entre sí? ¿lo somos las mujeres? Pugnemos pues por una concepción de igualdad más veraz: la de los derechos humanos. Y bajo la línea del respeto por las diferencias existentes entre todas y cada una de las personas que habitamos en el planeta Tierra.
"No hay nada tan desigual como el tratamiento igual de los desiguales"... para conseguir un resultado óptimo en el huerto, habrá que observar las necesidades de cada verdura, de cada árbol. Y actuar en consecuencia.
Javier Tourón (Frenos a la promoción de la excelencia I)
Me encanta la verdura y la fruta de la huerta de mi suegro y mi suegra. Sí, es cierto. Toda aquella persona que tenga o haya tenido la oportunidad de probar un tomate cultivado en una huerta, me imagino que sabe de lo que hablo. Nos hemos habituado a comer tomates que se venden en las grandes superficies, y ya nos hemos olvidado a qué sabe realmente un buen tomate. A lo mejor no tiene un aspecto brillante, lucido y maravilloso, no es una esfera casi perfecta. Pero cuando lo abres, ya notas el olor.... ¡y no te digo nada ya, cuando lo pruebas! De pronto tomas consciencia de que los tomates no son todos iguales.
¿Qué ha hecho que el tomate de mi suegro sea para disfrutar hasta con los ojos cerrados (no vaya a ser que haya otro tipo de estimulación que interfiera en el disfrute del paladar)? ¿Utilizó mejores semillas? ¿Algún producto especial que dota de sabor a tomate?
Mi suegro lo que ha hecho ha sido lo siguiente: se preocupa de cuidar la tierra donde va a sembrar (la remueve cada temporada, la abona e incluso la renueva cuando considera que es necesario), elige el momento del año más adecuado para cada planta, el mejor sitio para plantar cada verdura y observa cuando cada una puede necesitar ser regada. Cuando la planta de tomate va creciendo, va colocando un sistema de palos que permite que crezca de tal forma que sus ramas no se vean limitadas, ni caigan al suelo y evitar así que los tomates que de ahí salgan se pudran incluso antes de madurar.
Y es que lo cierto es que desde que tiene huerta, mi suegro se ha molestado en formarse (aunque no ha ido a cursillos, sí ha consultado y observado mucho... autodidacta) acerca de cómo ha de hacer para obtener el mejor rendimiento de sus verduras y frutas. Sabe que la manera en la que proporciona cuidados es igual y se preocupa por igual de todas ellas (no es más importante un tomate que la higuera, la lechuga que los pepinos), pero como sabe eso, quizá es por ello por lo que las trata diferente.
Procura adecuarse a sus necesidades para que el resultado sea el óptimo en cada una de ellas: los naranjos dan fruto dos veces al año, pero no pretende que el ciruelo también lo haga. De la misma forma que no va a cortar ramas a los naranjos, ni privarles de luz solar sólo para que dé fruto una vez al año como los ciruelos.
Cuando intentamos que una planta dé fruto cuando nosotr@s queramos, y que ese fruto sea como nosotr@s deseamos, el resultado son tomates con un aspecto a la vista deslumbrante, pero cuyo sabor.... cualquier parecido con la realidad, pura coincidencia. ¿Esto es lo más adecuado para nuestra dieta?
Probablemente en este punto, si propongo que ese tipo de interés por el cultivo de las plantas se traslade también al cultivo de la mente de l@s niñ@s, nos acabaremos percatando de que hay muchos seres humanos que generan mayor comprensión y entendimiento por las necesidades vegetales que por las de las personas.
El ciruelo no es mejor que el naranjo, ni viceversa. Sólo tienen características diferentes que desembocan en el derecho a ser cuidados de manera diferente, porque sus necesidades son diferentes.
Los sistemas educativos más exitosos son aquellos que pretenden que sus alumn@s tiendan hacia la excelencia, no pretender que la excelencia se rebaje a la mediocridad. Y con ello jamás pretendo decir que l@s alumn@s sean mediocres. Un@ niñ@ nunca es mediocre: lo es el sistema que se preocupa más por crear personas homogéneas que por potenciar el talento; que se centra más en que se adapten a ese sistema, que en buscar la forma de cambiar y adaptarse a las necesidades de cada un@... no me sirve la excusa de "es que tengo 25 alumn@s por clase". Eso mismo se dice aunque se tengan 10.
El concepto de "igualdad para tod@s" no va en el sentido estrictamente matemático, en el que 2 = 2. Sino en crear el terreno más adecuado para que cada un@ pueda desarrollar sus capacidades de manera óptima y potenciar su formación y su talento de manera individual, no formando parte de una gran masa que desde fuera es vista como homogénea, pero si nos adentramos en ella, podremos observar la gran heterogeneidad que la compone.
Nos encontramos con ideas similares cuando hablamos de "igualdad entre hombre y mujeres". Tengo la sensación de que no siempre ha quedado claro el verdadero significado. No porque no existan personas adecuadas para aportar una explicación adecuada, sino más bien porque hay otras que no están dispuestas a escuchar y atender a dichas explicaciones, y cuando esto sucede, en realidad te das cuenta de que da lo mismo intentar razonar con ellas: cualquier cosa que propongas, va a ser interpretada por un sentido diferente al que se le pretendía dar realmente. Una vez más, nos topamos con la falta de interés y la necedad.
No creo, por ejemplo, en el "instinto maternal" (yo no lo tuve), sólo creo en las ganas de aprender y adaptarme motivadas en gran medida por el inmenso amor que siento hacia mis hijos. Pero eso, no creo que me lo haya marcado haber nacido con el sexo femenino: Jorge tiene un inmenso amor paternal hacia ellos, pero nunca he oído hablar del "instinto paternal".
Yo no deseo, ni espero que se me trate como a un hombre. Yo realmente deseo y espero que se me trate como a una persona. Me gustaría dejar de tomar como referencia de una vez por todas al género masculino a la hora de establecer una comparación... ¿acaso todos los hombres son iguales también entre sí? ¿lo somos las mujeres? Pugnemos pues por una concepción de igualdad más veraz: la de los derechos humanos. Y bajo la línea del respeto por las diferencias existentes entre todas y cada una de las personas que habitamos en el planeta Tierra.
"No hay nada tan desigual como el tratamiento igual de los desiguales"... para conseguir un resultado óptimo en el huerto, habrá que observar las necesidades de cada verdura, de cada árbol. Y actuar en consecuencia.
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