martes, 3 de mayo de 2011

LAS MUJERES OCULTAS EN LAS AA.CC.

"Luchamos por lograr que los niños sean libres en su interior, libres del miedo, de la hipocresía, del odio, de la intolerancia"
Alexander Neill

Paradójico...

Creo que para empezar a opinar acerca de este tema, hay que centrarse en algunas de las muchas paradojas, contradicciones que mantenemos saliéndose de toda lógica, o cuanto menos del sentido común (aunque bien es cierto que suele ser el menos común de los sentidos).
No es disonancia cognitiva. Esto hace referencia a poder mantener al menos 2 posturas contradictorias, contrapuestas, pero el objetivo es el razonamiento de ambas, con una alta mediación de la empatía. Es decir, sería como escuchar a cada uno de los miembros de una pareja que se acaba de separar y ambos son amigos nuestros: cada vez que escuchemos a cada uno exponer sus razones, podremos ponernos en su lugar porque oímos sus razones y seguramente están fundamentadas en algo.
Sin embargo, los hechos paradójicos a los que quiero hacer referencia, nada tienen que ver con esto. Me refiero a prejuicios, y más concretamente a ciertos razonamientos de carácter sexista que se pueden mantener, y que pasan de generación en generación, con independencia del género que los difunda. De hecho, ser hombre o mujer, no es un agravante para que un razonamiento sexista siga manteniéndose. Lo criticable es la teoría, no la persona de la que provenga, al menos desde mi punto de vista.
¿A qué me refiero? A situaciones como cuando una está embarazada y te formulan la pregunta de rigor: "¿ya sabes si es niño o niña?". Y aunque tu respuesta sea que no lo sabes, y que tampoco te importa, de forma demasiado frecuente comienza toda una disertación acerca de la conveniencia o no de que sea un sexo y otro: "las niñas son más despabiladas", "los niños son más brutos, pero más nobles", "los niños tiran más para mamá y las niñas para papá"...y por supuesto, si ya tienes un niño..."¡a ver si hay suerte, y llega una niña!". Todo esto, sin contar que a lo mejor, como es mi caso, tienes 2 niños y ya sabes que el tercero que vas a tener será otro niño más y te dicen "¡vaya!...bueno, no ha habido suerte...puedes intentarlo otra vez"... ¡¿me estaban "consolando"?!
Todo esto son tremendas paradojas: cuando nace una niña, la vestimos de rosa, la ponemos lazos, compramos muñecas, la tratamos con dulzura y la llamamos "mi princesa" a la par que contamos maravillosos cuentos de hadas, princesas rescatadas por príncipes, y un largo etcétera de calificativos pastel. Y esto lo hacemos desde el momento en el que nace, no le damos un margen de unos años, no vaya a ser que ose a pensar por sí misma. Hay estudios que demuestran que incluso en las guarderías infantiles el trato entre niños y niñas es diferente en función de su sexo. Recientemente en el colegio de mi hijo mayor, he sido testigo de cómo una cuidadora le dijo a un compañero suyo que llevaba una muñeca: ¡cómo llevas eso! ¿no ves que es de niñas!. Tremendo.
Y no sólo son todas estas ideas llenas de cuentos irreales que reducen a la mujer a un cuento sin ninguna otra moraleja más que la de inferioridad con respecto al hombre. A veces, ya se va más la grano. Y aquí, en mi opinión nace el peligro de la "desaparición" de las niñas de altas capacidades: la forma que tenemos de definir la inteligencia de nuestras hijas. Como digo, de manera demasiado frecuente oímos que "la niña es lista, sí...demasiado despabilada, para su edad", "es una brujina (como decimos en Asturias), demasiado picardiosa", y otro largo etcétera en el que hacemos  ver que consideramos que los signos de inteligencia en una niña no son una virtud, sino más bien todo lo contrario.

Deseabilidad social.
Recordemos una característica bastante común en los niños y niñas de altas capacidades (sin pretender caer en la generalización, por supuesto): la sensibilidad entendida como capacidad de captar emociones de su entorno. Sólo que la persona que las capta, no deja de ser  niñ@, lo cual puede hacer que todos estos mensajes se traduzcan a otro lenguaje no tan adecuado como es el de la deseabilidad social. Nos gusta encajar en un grupo, sentir que somos importantes para alguien. Ser diferentes es un don, pero sentirnos diferentes, no lo es tanto. Y si para colmo, cuando eres niña, los demás manejan una descripción de ti misma como que aquello en lo que sobresales intelectualmente no es importante, porque resulta que si no te gusta fregar, ni tienes interés por tener ordenada tu habitación, ni te gustan las muñecas...entonces no eres una "buena niña", que en tu lenguaje se traduce en: "para encajar, tengo que saber compaginar mis estudios, con ayudar a los demás, aprender a que me gusten las tareas de la casa, pero sin que se note que estoy ahí, porque en realidad, soy rara. Los demás me aceptan en función no de mis capacidades, de hecho eso hace que se alejen de mí, sino en función de que demuestre que sí que puedo hacer todo eso que dicen que tengo que hacer".

Ser una persona con altas capacidades, viene a ser complicado ya de por sí, por todo el desconocimiento, todos los falsos mitos que rodean al concepto. Pero si además le sumas haber nacido mujer, aún se complica más. Sí que importa elegir qué cuentos les leemos a nuestros hijos (recomiendo "La Princesa Bombera", de Cristina Mesa), qué programas de televisión les dejamos ver, qué libros leen...aunque lo más importante sigue siendo que lo hagamos con ellos, y les observemos. Quizá esa es la labor más importante que podemos llevar a cabo como padres y educadores: observarles para conocerles realmente y olvidarnos, al menos un poquito, de ese dicho "te conozco más que tú a ti mismo, por eso te parí".
Crezcamos con ellos, a su lado, evolucionemos individualmente, aunque en el mismo sentido, y olvidémonos de establecer comparaciones entre hombre y mujer, al menos en el sentido en el que sigamos manteniendo el carácter innato de ciertas características, que viene a ser cada vez más obvio que son adquiridas. Recomiendo ver esta entrevista a Ceferino Artiles.

Enlaces de interés:
Mujeres superdotadas y Sociedad: DEL "BURKA" AL SÍNDROME DE LA ABEJA REINA

4 comentarios:

  1. Cuando estuve preparando mis oposiciones de secundaria, me acordé mucho de ese chiste: "las mujeres no pintáis nada"
    http://mujeresenelarte.blogspot.com
    Mujeres ocultas...

    ResponderEliminar
  2. Lo curioso de los chistes es q creo q existe una conveniencia o no a la hora de contarlos. Hay humor q se crea para qie todos y todas nos riamos y otro tipo de "humor", con el que sólo se ríe el q cuenta el chiste....y al q no le haga gracia, q se vaya del pueblo (como genialmente día Gila).

    ResponderEliminar
  3. Apreciada Sonia: Valoro este blog por sus aportaciones y por lo que nos ayuda a mejorar nuestra labor como madres y padres y como profesionales de la educación. Pero echo en falta un lenguaje libre de sexismo. Siempre procuro neutralizar el machismo implícito en el masculino genérico utilizando el femenino visibilizador, porque lo que no se nombra no existe. Pienso que esta invisibilidad es la que me provoca desazón por lo expuesto por ti en este artículo de opinión. Un saludo con mi reconocimiento y mi gratitud.
    Juana

    ResponderEliminar
  4. Siempre son gratas tus aportaciones, Juana :-)
    Pero concretamente, en este caso ¿a qué te refieres con "lenguaje libre de sexismo"?
    No te estoy diciendo que no exista, quizá simplemente me ha pasado desapercibido, y de ser así, desearía poder corregirlo en la medida de lo posible, ya que coincido contigo en que aquello que no es nombrado, no existe.
    ¡Un beso!

    ResponderEliminar